Bajo el nombre El debate de todos y con el objetivo de promover ‘Un voto informado’, el Tribunal Supremo de Elecciones organizó el 7 y 8 de enero dos debates presidenciales, haciéndolos en el orden en el que los candidatos aparecen en la papeleta.
Para el cierre, y como elemento novedoso, el equipo organizador seleccionó a un niño para hacer la pregunta. La última noche fue el turno de Isaac Oviedo: “Buenas noches, mi nombre es Isaac Josué Oviedo Araya. Estudio en la escuela República de Haití: ¿Por qué usted quiere ser presidente de nuestro país?”
Consideramos que analizar las respuestas que los candidatos les brindaron a estos niños es de suma importancia, pues, como lo señala el reconocido politólogo Claudio Alpízar en uno de sus programas, esta pregunta en concreto: “…parece rutinaria, parece poco relevante y pocas veces se le hacen a los candidatos” (Noche Sin Tregua, 8 de mayo 2017). Por tanto, conocer las motivaciones que dijeron tener, nos permitiría saber qué los impulsa a llegar a alcanzar el poder ejecutivo. Así mismo, es trascendental prestar atención a lo que transmitieron a través del cuerpo y la voz para dar vida a sus réplicas, pues en comunicación, aproximadamente el 90 % del peso del mensaje recae en lo que hacemos con el cuerpo (gestos, posturas, micro-expresiones del rostro) y en el ‘cómo’ decimos las palabras.
Los candidatos tienen la palabra
Primero, fue el turno de Jhon Vega, del Partido de los Trabajadores, él inició mirando hacia abajo, sugiriendo distancia, evasión y generando una sensación de no conectar con Isaac. Este comportamiento se prestó para ser interpretado como una manera de invisibilizarlo, pues se esperaría que le respondiera directamente a él. Paradójicamente, el candidato tiene un hijo y muestra ser un padre cariñoso, pero ese lado, por algún motivo, no se permitió expresarlo. Su minuto lo usó para diferenciarse de los contrincantes, haciendo énfasis en su activismo político: “Soy el único candidato que esta semana estará acompañando a los obreros de exportaciones norteñas”, mientras, simultáneamente, utilizaba el dedo índice izquierdo para enfatizar que él ahí estará y que los acompañará.
Presentó, además, la ideología socialista del partido como un elemento fundamental y diferenciador: “Soy el único candidato socialista- mientras apuntaba de forma áspera hacia el piso usando el índice izquierdo– que cree que la riqueza debe estar en manos no de 16 grandes familias que controlan todo en este país.” Así mismo, en un momento dirigió su cuerpo hacia el candidato oficialista y, con una mirada fija de ataque, lo señaló advirtiéndole: “Y espero, Carlos, que su gobierno no mande a reprimir como lo ha hecho en las pasadas huelgas que hemos encabezado.” Vega no perdió la oportunidad de reforzar un mensaje, con tono un tanto panfletario, sobre la misión que él, como representante del PT, quiere asumir y posicionar. El ego y el ataque protagonizaron, y la calidez y los intentos por persuadir, que por momentos le vimos en el debate anterior en la Universidad de Costa Rica, esta vez retrocedieron o se fueron de vacaciones.
En el caso de Rodolfo Piza del PUSC, llamó la atención la utilización de un tono vocal mucho más noble del que le conocemos en los debates y por una actitud de empatía hacia Isaac: “Muchas gracias, Isaac. Yo espero que vos como niño podás disfrutar la niñez y podás aplicarte en el estudio -y acá parece instarle disciplina, al emplear el dedo índice de la mano derecha dirigiéndose a él– y que conforme vayás creciendo, vayás valorando las cosas que podemos hacer.” Continuó hablándole: “Yo no quiero ser presidente por vanidad, por ambición ni por poder, sino por un deber.” Ese ‘deber’ que manifiesta ser su llamado, lo acuerpó con un tono de seguridad y con un gesto en donde su mano derecha avanzó progresivamente hacia el exterior, hacia el votante, indicando, posiblemente, que lo ha experimentado gradualmente y que está convencido de ello.
Ahora, si bien es cierto, el aspirante evidenció un esfuerzo por conectar con Isaac, se desvió ligeramente al exponer los deseos de un presente y un futuro prometedor para el niño. Piza necesitaría articular más en concreción; sin embargo, permitió mostrarse vulnerable, característica que los políticos, más bien, tienden a suprimir, pues se obsesionan por mostrarse fuertes y que están emocionalmente bajo control. Vimos, en este caso, a un candidato que demostró humanidad. En campaña, no todo son ideas y planteamientos, pues los votantes perciben si los candidatos conectan con ellos o no. En esta respuesta, hubo, por tanto, un momento de brillo para él.
Cuando le llegó el turno a Otto Guevara, del Movimiento Libertario, de entrada miró fijamente a la cámara y con una mirada casi que muerta, dijo: “Quiero ser presidente para hacer de Costa Rica un país de oportunidades para todos, para jóvenes como vos.” A partir de esta respuesta, empezó a dar ejemplos puntuales de temas conocidos entre los votantes: “Defiendo un entorno donde no haya impuestos que empobrezcan a los costarricenses y que en ese entorno puedan surgir miles de oportunidades, para que las personas puedan desarrollar un emprendimiento, una empresa, un negocio y un comercio.” Guevara dio, así, un esbozo de cuál podría ser una agenda de temas prioritarios en caso de ganar.
En general, su respuesta sugirió haber sido muy preparada, pero cuando mencionó “tener el conocimiento para tomar decisiones” bajó la mirada y miró hacia el piso, lo cual, en comunicación no verbal y dependiendo del contexto, así como de otros signos que se expresen, se asocia a una actitud de derrotismo, evasión o de posible resignación. El lenguaje no verbal del cuerpo no solo habla, sino que también grita y revela lo que podríamos estar sintiendo. Este parece ser el de este candidato. Guevara intentó dar una respuesta clara y por breves instantes se esforzó por ser persuasivo, pero auto percibirse como buen diputado no se traduce necesariamente en ser buen candidato. Con su quinta campaña a cuestas, la llama de lucha en él parece apagarse lentamente.
La cuarta en responder fue Stephanie Campos del Partido Renovación Costarricense. Ella inició sonriendo con sus labios y con su mirada. En su respuesta, se enfocó en explicar sus cualidades, puntualizando el hecho de que es mujer y cómo esto podría ser de beneficio para el país: “Soy una mujer– mientras apunta hacia arriba con su dedo índice izquierdo– que desde sus 15 años ha trabajado por ser una líder social. Soy una mujer que ama Costa Rica”. La candidata deja de lado la pregunta inicial y olvida dirigirse al niño, salvo al inicio cuando sí le llama por su nombre. En redes sociales, hubo quienes le criticaron, tal vez excesivamente, por mencionar que este país necesita de una mujer que venga a ordenar la casa.
Cabe destacar que, a diferencia de otros candidatos de partidos con ideología cristiana, Campos no hizo mención absoluta de aspectos religiosos en su respuesta. Con el uso reiterativo del dedo índice izquierdo apuntando hacia arriba, quiso transmitir carácter y mostrarse convincente. En el caso de Campos, habló más desde el corazón que desde una ideología.
Rodolfo Hernández del Partido Republicano Social Cristiano reiteró que su vida ha estado ligada a la infancia, cerrando por un instante sus ojos y trayéndose sus manos hacia el pecho, dando así a entender que la niñez es una causa que él protege. Sin embargo, Hernández no contestó de manera clara por qué quiere ser presidente: “Sueño – y ahí su mano derecha cortó el espacio tajantemente y presionó hacia abajo para dar énfasis al discurso— con un país más justo, más solidario. Lleno de oportunidades. Que proteja a la familia y que proteja a la vida. Yo quiero una Costa Rica que tenga futuro para ustedes.”
Con algunas sonrisas fuera de lugar, un cuerpo disperso girándose de un lado a otro, un discurso que evidenciaba trabas y dejaba ‘huecos’ al hablar, el aspirante, aun con las mejores intenciones, no logró esa noche construir una respuesta carismática. El candidato dijo “soñar con oportunidades” y eso es noble, pero en su minuto de cierre, la oportunidad de convencer y de emocionar, penosamente la mandó a la basura.
Similar a Otto Guevara, el aspirante Carlos Alvarado del Partido Acción Ciudadana inició respondiendo directamente y como hábil comunicador que es reacomodó delicadamente el micrófono como un recurso para generar que se le preste atención. En sus palabras, quiere ser “un instrumento para mejorar Costa Rica”. Luego utilizó el tiempo restante para criticar a varios partidos, así como para señalar la única constante a lo largo de las últimas elecciones nacionales: el descontento y la indecisión a la hora de votar. Hizo referencia a que hay preocupación, porque hay personas que no saben qué va a pasar el 4 de febrero. Para enfatizar dicha preocupación, cerró los ojos y movió su cabeza hacia los lados como si él mismo tuviese esa preocupación y que, por lo tanto, la entiende y la carga sobre sus hombros.
Llamó a Juan Diego Castro el ‘anti-futuro’ intentando sembrar un aire sombrío y tal vez solo faltó decirle el ‘anti-cristo’ para ponerle más terror a la respuesta. Con su atractiva puesta, Alvarado dejó más que claro que los políticos son esencialmente actores y que él tiene recursos para vender sus ideas; sin embargo, al día de hoy y por el lugar que continúa ocupando en las encuestas, algo en él parece no conectar del todo con los votantes, ese es el misterio.
Entre generalidades y baja empatía
En comparación con las respuestas ofrecidas por los participantes del día domingo, en estos 6 postulantes, haciéndolo cada cual a su manera, se perfiló un esfuerzo por contestar a la pregunta, con la ventaja de que pudieron ver el desempeño de sus contrincantes del día anterior. Sin embargo, continuamos con un patrón de ‘irse por las ramas’ y de no articular todavía una forma y contenido lo suficientemente sólidos que convenzan y emocionen, salvo una o dos excepciones, pero sin escapar de necesitar mejoras.
Con un patrón no verbal de sonrisas fuera de lugar, de bajar la mirada y, en algunos casos, evidenciar un manejo corporal poco inspirador y persuasivo, siguen habiendo vacíos y un desconocimiento considerable en comunicación no verbal. Es claro que en la mayoría de los partidos a este tema no se le otorga la importancia que amerita.
Algunos de los candidatos usaron el espacio como un spot publicitario para posicionar sus ofertas políticas y agendas propias, empujando al niño a un lado. La mayoría de ellos no evidenció la suficiente empatía con Isaac, al no responderle a él y ‘mirarle’ a través de la cámara, cual le mirasen simbólicamente a sus ojos. En estas réplicas, se confirmó, de manera parcial, que hubo exclusión, invisibilización y un grado de desestimación al no reconocerle como persona que es parte del presente de nuestra sociedad, posiblemente, por no ser mayor de edad y por no poder emitir el sufragio.
La mayoría de los aspirantes nos recordaron aquella frase de Antoine de Saint-Exupery cuando decía, “todas las personas al principio fueron niños, aunque pocas de ellas lo recuerdan.”
Sobre los autores del artículo: Diego Fallas es politólogo- Universidad de Costa Rica, técnico en administración de negocios- Instituto Tecnológico de Costa Rica. Marlon Segura es director escénico, analista y coach no verbal- Universidad de Costa Rica – Kansas, Ecole Internationale Jacques Lecoq, París.
Co-edición: Margarita Chaves y Edgar Carrillo Mans.
—
Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo y número de identificación al correo redaccion@elmundo.cr.