El bullying o intimidación o acoso escolar, cualquiera que sea el nombre que se le dé, es un grave problema que afecta a nuestra sociedad, e igual de grave es querer minimizarlo o verlo como normal.
Se que estarán pensando que todos lo conocen y saben lo que es, pero eso no es cierto. Lo que ocurre es que es un tema tan manoseado, que se le ha quitado toda la importancia que tiene, y de esa forma, la responsabilidad de darle el abordaje correcto
El bullying está relacionado con aspectos sociales, familiares, culturales, económicos y psicológicos, razón por la cual el abordaje debe ser muy integral. Tiene que ver con el sistema de valores que se construyen desde la familia y la comunidad y con la educación que no solo se recibe desde las aulas sino también desde los espacios de interacción social.
No es algo simple, y eso me lo han enseñado los 25 años de trabajar en el tema, desde la dirección de la Contraloría de Derechos Estudiantiles y otros campos de acción. Mentira que solo basta con que el niño o adolescente tenga autoestima, no es de piedra, tiene sentimientos y una burla o humillación, sobre todo si se da en forma sistemática, a cualquiera puede doblegar.
Se debe cambiar la creencia de que es un tema menor, que es algo normal entre niños y jóvenes, porque eso no es cierto, esta situación no hay que dejarla pasar por alto. Debemos actuar identificando las prácticas agresivas, esas que la inacción refuerza día a día.
La familia y la escuela cumplen un papel clave en la prevención y en la intervención oportuna, razonable e inteligente. Es importante reflexionar sobre que hay detrás de una conducta violenta, ¿de qué manera estamos actuando como padres, familiares, amigos o ciudadanos, lo estaremos aceptando y perpetuando…? Y los políticos, ¿qué están haciendo para desalentar y prevenir estas conductas?
Debemos también ver y analizar cuáles son las influencias nocivas de los modelos que se promueven en los medios de comunicación, en los eventos públicos, en los conciertos. Los influencers tan de moda, ¿están utilizando esas habilidades de comunicación y de lograr seguidores para combatir males como este?
Recordemos, el bullying está compuesto por tres factores: víctima, victimario y observadores, y en el ‘ámbito educativo, se debe identificar e intervenir de inmediato brindando atención a las tres partes.
Como se puede ver, el bullying no se puede reducir a un simple concepto y pensar que ahí resolvemos el problema. Piense que justamente en este momento, hay muchos niños y adolescentes que cuentan los minutos para salir del aula y descansar por unas horas de la humillación.
Como sociedad, no podemos pasar la página y hacernos de la vista gorda. Jamás debemos acostumbrarnos a este problema y verlo como algo normal, por el contrario, nuestra denuncia constante, el llamado incesante a las autoridades educativas y las exhortaciones a los padres para que cumplan su rol como debe ser, serán siempre las herramientas valiosas que podrán sacar de la turbia oscuridad a muchas víctimas del acoso escolar.
Mi total apoyo a las personas profesionales que conforman la Dirección de Vida Estudiantil del Ministerio de Educación Pública, mis excompañeros, quienes enviaron una carta a la ministra de Educación, preocupados por las manifestaciones dadas sobre el Bullying ante la Comisión de Derechos Humanos de la Asamblea Legislativa, el pasado 16 de marzo.
En la misiva ellos manifiestan entre otras cosas: “El acoso escolar o bullying es una forma de violencia y puede hacer víctima a cualquier persona estudiante. Aseverar que una persona estudiante con “buena autoestima” puede no dejarse afectar o detener el acoso escolar o bullying, es una afirmación revictimizante y peligrosa”.
Agregan que “Para prevenir la violencia debe apoyarse a los centros educativos. Lo que se requiere es contar con recurso humano especializado y sensible para atender debidamente a las poblaciones que han sido vulnerabilizadas por las condiciones económicas, sociales y educativas derivadas del período de pandemia”.
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