Comercio exterior, pilar estratégico para la reactivación económica de Costa Rica

» Por Rodnney Salazar Campos - Presidente de la Cámara de Comercio Exterior de Costa Rica (Crecex)

Las primeras actividades de comercio internacional en Costa Rica se remontan al período colonial, cuando el cacao fue el principal producto de exportación hacia mercados como Guatemala y Panamá. Sin embargo, la economía de exportación comenzó a tomar mayor relevancia a mediados del siglo XIX con el auge del café. A partir de la década de 1830, el café se consolidó como el motor de la economía costarricense, exportándose principalmente a Europa, especialmente a Inglaterra, gracias a la alta calidad del grano y a la creciente demanda en el mercado europeo. Este comercio marcó el inicio de la integración de Costa Rica al sistema económico global.

En 1843, Costa Rica marcó un hito en su historia económica cuando el Capitán William Le Lacheur transportó café costarricense a los puertos ingleses en el buque Monarch. Este primer envío de 5.505 quintales de café hacia Londres inauguró una era de prosperidad para el país, convirtiendo al comercio exterior en un motor clave para el desarrollo económico, social y cultural. Posteriormente, a finales del siglo XIX, la exportación de banano hacia Estados Unidos consolidó el modelo agroexportador costarricense, cimentado en productos como café, banano, cacao y azúcar, que por décadas sostuvieron la economía nacional. Precisamente, el desarrollo del ferrocarril en Costa Rica en esta época, fungió como un parteaguas crucial para el comercio exterior del país. La construcción del Ferrocarril al Atlántico, concluida en 1890 bajo la dirección de Minor C. Keith, transformó el transporte de mercancías al conectar el Valle Central con el puerto de Limón en el Caribe. Esto permitió una exportación más eficiente y económica del café, que hasta entonces dependía de un transporte lento y costoso por carreteras de montaña y caminos rudimentarios. Además, la llegada del ferrocarril fue un factor clave para la diversificación económica, al facilitar la exportación de banano, otro producto que se convertiría en un pilar de la economía costarricense.

A lo largo del siglo XX, el modelo agroexportador comenzó a mostrar signos de agotamiento. Aunque los productos primarios siguieron siendo cruciales, la fluctuación de los precios internacionales y las limitaciones de los mercados tradicionales obligaron a Costa Rica a diversificar su estrategia económica. Fue así como, a partir de la década de 1960, el país apostó por un modelo de sustitución de importaciones. Este esquema, impulsado por las ideas de la CEPAL y respaldado por programas internacionales como la Alianza para el Progreso, buscó fomentar la industria nacional a través de la protección arancelaria, la inversión en infraestructura y un rol protagónico del Estado.

El modelo de sustitución de importaciones trajo consigo dos décadas de crecimiento económico sostenido. Durante este periodo, Costa Rica experimentó una mejora en la calidad de vida de sus habitantes, reflejada en el acceso a servicios de educación y salud, la generación de empleo y la reducción de los niveles de pobreza. Sin embargo, la ineficiencia progresiva de las instituciones públicas y la incapacidad para competir en mercados globales llevaron al agotamiento de este modelo hacia finales de los años 70. La crisis económica de esa década evidenció la necesidad de replantear la estrategia de desarrollo.

En los años 80, Costa Rica adoptó una nueva visión orientada hacia la apertura comercial y la liberalización económica. Este cambio de paradigma estuvo acompañado por reformas estructurales que incluyeron la reducción de aranceles, la atracción de inversión extranjera mediante regímenes especiales como las zonas francas, y la promoción de exportaciones con mayor valor agregado. La creación del Ministerio de Comercio Exterior (COMEX) y el fortalecimiento de instituciones como PROCOMER fueron determinantes para integrar al país en cadenas globales de valor.

Hoy en día, Costa Rica cuenta con una red de Tratados de Libre Comercio (TLC) que abarcan un extenso grupo de países y regiones. El primer TLC, firmado en 1963, abarcó a los países de Centroamérica y sentó las bases para futuras integraciones. Posteriormente, se establecieron acuerdos con México, Panamá, Chile, República Dominicana, CARICOM, Estados Unidos, China, Singapur, Colombia, Perú, la Unión Europea, la EFTA, Corea del Sur, Reino Unido, Ecuador y, recientemente, los Emiratos Árabes Unidos. Esta red ha permitido diversificar los destinos de exportación y consolidar la posición del país como un actor competitivo en mercados internacionales.

En 2024, las exportaciones nacionales alcanzaron 16.514 millones de USD, destacándose productos como dispositivos médicos (2,383 millones de USD), agujas, catéteres, cánulas y otros instrumentos (2,137 millones de USD) prótesis  (1,312 millones de USD), piña (1,086 millones de USD) y banano (975,8 millones de USD). Este desempeño refleja el éxito de la transición hacia una economía basada en bienes manufacturados y de alta tecnología. Al mismo tiempo, las importaciones, que sumaron 17.533 millones de USD, cumplen un papel fundamental en el desarrollo del ecosistema comercial costarricense. Productos como artículos plásticos, automóviles y diesel son esenciales para sostener las cadenas de producción y exportación, aportando insumos que permiten generar bienes con mayor valor agregado para los mercados internacionales.

Los principales socios comerciales de Costa Rica reflejan una alta concentración en América del Norte (50% de las exportaciones totales) y la Unión Europea (20%). Estados Unidos se mantiene como el destino más importante, con un crecimiento del 12,74% en 2024, seguido por países como Guatemala, Países Bajos y Panamá. Este enfoque geográfico resalta la necesidad de explorar nuevas oportunidades en mercados emergentes de Asia y Medio Oriente, especialmente considerando la transición global hacia economías verdes y digitalizadas.

El comercio exterior de Costa Rica es un ecosistema complejo que integra a importadores, exportadores, empresas de servicios, operadores logísticos y actores institucionales. Cada uno de estos elementos juega un papel clave en el funcionamiento y la competitividad del sector. Para que el país pueda afrontar los desafíos de 2025 y más allá, es fundamental que estos actores trabajen de manera conjunta, fomentando la colaboración y aprovechando las sinergias entre ellos.

La estrategia hacia 2025 debe centrarse en diversificar mercados, fomentar la innovación y consolidar el posicionamiento de Costa Rica en cadenas globales de valor. La atracción de inversión extranjera directa, combinada con la inversión en infraestructura logística y la digitalización del comercio, serán elementos clave para aumentar la competitividad. Además, la promoción de exportaciones sostenibles y la transición hacia energías limpias podrían abrir nuevas puertas en mercados internacionales que privilegian bienes y servicios responsables con el medio ambiente.

El comercio exterior no solo es una fuente de divisas para Costa Rica, sino también un catalizador de inclusión social y desarrollo sostenible. En este mundo cambiante, caracterizado por incertidumbres económicas y climáticas, Costa Rica debe reafirmar su compromiso con la innovación, la sostenibilidad y la integración global. Estas acciones no solo garantizarán la reactivación económica, sino que también consolidarán al país como un referente de desarrollo humano y competitividad en el siglo XXI.

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