Quienes consideramos que el poder del Estado sobre el ciudadano debe ser profundamente limitado –para evitar que el gobernante se exceda y genere tiranía–, vemos con preocupación cuando quienes ostentan el poder pretenden administrar la vida del ciudadano argumentando que lo hacen “por el bien común” o “amparados en la ciencia”, porque todavía ahí debe respetarse la decisión personal que no violenta derechos ajenos, pero aún así ¿Qué pasa si la ciencia demuestra que una opción es positiva y el gobernante camina en dirección contraria?
Esa es la situación que vemos con los vaporizadores en relación con la investigación científica.
El Nuffield Department of Population Health (NDPH) de la Universidad de Oxford, en Inglaterra, es un epicentro de prestigio científico en el campo de la salud. A finales de 2022 publicó un artículo del investigador Jamie Hartmann-Boyce[1] del Grupo Cochrane de Adicción al Tabaco y Martin Dockrell de la Oficina de Mejoramiento de la Salud[2], que cambia perspectivas sobre la realidad del cigarrillo y el vapeador[3], las cuales deben ser tomadas en cuenta a la hora de construir política pública y legislación.
Entre sus hallazgos[4] se destaca que dejar el vicio del cigarro, aún por un corto periodo, es beneficioso para la salud: en cuestión de días disminuye la frecuencia cardiaca y el monóxido de carbono en sangre, entre uno y nueve meses después la tos y dificultad respiratoria disminuyen y a partir de un año el riesgo de ataque al corazón se reduce a la mitad, en comparación con la persona no fumadora.
Además se derriba una creencia popularizada: la fuerza de voluntad rara vez es suficiente para dejar de fumar (es importante pero no determinante). La mayoría de personas fumadoras intentan de forma reiterada dejar el vicio y, según los estudios, el primer intento generalmente es infructuoso. Destacan que la tasa de éxito aumenta cuando se combina la terapia conductual, farmacoterapia y/o uso de vaporizadores con nicotina.
Según la evidencia el vaporizador con nicotina es más efectivo que el parche o chicle de terapia de reemplazo con nicotina y como si fuera poco aquellos que utilizador vaporizador con éxito para abandonar el cigarrillo, 70% continuó utilizándolo después de seis meses.
Para los investigadores vapear en lugar de fumar posiblemente mejora la salud, puesto que al cambiar el cigarrillo tradicional por el electrónico, se reducen los niveles de sustancias tóxicas en la sangre y el aliento, puesto que los vapeadores no queman tabaco y no producen alquitrán ni monóxido de carbono, que son dos de los componentes más dañinos del humo del tabaco.
Para los investigadores, los temores infundados sobre la seguridad del vaporizador pueden desalentar al fumador para realizar el cambio, ya que aunque la evidencia sugiere que el vapeador es menos dañino que fumar, la percepción es contraria.
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[1] https://www.cebm.ox.ac.uk/about-us/team/jamie-hartmann-boyce
[2] https://www.gov.uk/government/organisations/office-for-health-improvement-and-disparities
[3] https://www.cebm.ox.ac.uk/news/views/7-things-to-know-about-e-cigarettes-and-quitting-smoking
[4] https://www.cochranelibrary.com/cdsr/doi/10.1002/14651858.CD010216.pub7/full/es#CD010216-abs-0008
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