¿Y el amor en los programas?

» Por Luis Calderón Retana - Psicólogo y educador

Hay que decir, reafirmar y subrayar que los Programas de Afectividad y Sexualidad que se están implementando ya como materia nueva en décimo año, son mucho más que tinta y papel.

En los programas está contenido no solo lo que es visible y podemos leer directamente en sus páginas; en ellos hay otros elementos solo perceptibles para quien mira con el corazón. Los programas contienen también una gran dosis de conocimientos científicos, amor, cariño, profesionalismo, solidaridad, empatía, preocupación por la salud, y muchos otros elementos propios de las personas que los construyeron, redactaron, revisaron, corrigieron, e hicieron todo tipo de observaciones para que el producto final fuera lo más adecuado para la población adolescente a quién va dirigida esa educación para la sexualidad y afectividad.

Existe, además, un elemento que es quizás el más importante de todos y del que se ha hablado muy poco: las personas profesionales que realizarán la mediación pedagógica entre lo que contienen los programas y el estudiantado meta; profesionales que en su inmensa mayoría tienen, al menos, formación en dos áreas: Docencia y Psicología; lo cual les faculta para realizar las contextualizaciones respectivas según los grupos y zonas con los que les corresponde trabajar. Además me atrevo a afirmar que la mayoría, sino es que todas estas personas profesionales, son seres humanos con gran vocación de servicio y amor al prójimo, cualidades que les llevaron a elegir ganarse la vida ejerciendo esas dos carreras.

Sería una subvaloración y una subestimación hacia estas y estos profesionales, el pensar que los programas les van a ser simplemente recitados a las chicas y los chicos de secundaria.

Mediar pedagógicamente implica organización, estrategia, preparación, conocimiento teórico-conceptual y de la población meta, creatividad, en fin es una práctica con contenido científico y artístico. Urge decir, además, que la mediación no es algo que sucede en frío sino que se da en medio de un intercambio cognitivo y afectivo entre personas; adolescentes inexpertas unas, adultas profesionales las otras.

El amor que tanto buscan algunas personas con mirada vacía y no logran encontrar en las páginas de los programas, por supuesto que está ahí designado de múltiples maneras, pues el mismo se expresa y se manifiesta de formas diversas. Aún así hay que decir que la forma más tangible de ese amor va a suceder en las aulas, se va a percibir en la escucha atenta, el consejo oportuno, el intercambio respetuoso de ideas y sentimientos, la intervención empática y otras formas de relación entre estudiantes, y entre estudiantes y profesionales encargados y encargadas de las clases de Afectividad y Sexualidad.

Si usted no desea que sus hijos e hijas participen de esos espacios de interaprendizaje es muy fácil enviar una nota al centro educativo. Aunque desde mi punto de vista le estaría cercenando la posibilidad de aprender aquello que es lo más significativo para esa persona adolescente y además de aprenderlo con el acompañamiento de las personas mejor calificadas para hacerlo.

Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo, fotocopia de la cédula de identidad por ambos lados y número de teléfono al correo redaccion@elmundo.cr.

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