El presidente Rodrigo Chaves, quien asumió el poder en 2022 gracias a un contundente apoyo de las zonas rurales y el sector agropecuario, parece haber olvidado la base que le permitió llegar a la presidencia. Un reciente altercado con un ganadero, donde el mandatario respondió de manera tajante y confrontativa diciendo “A mí no me amenace”, refleja no solo una falta de empatía, sino una desconexión alarmante con quienes lo llevaron al poder.
En campaña, Chaves se presentó como el candidato del pueblo, prometiendo ser el defensor de los más necesitados, especialmente de las zonas rurales, quienes, con su voto, dieron el triunfo al exbanquero. Sin embargo, hoy, el panorama es muy distinto. ¿Dónde está el presidente que decía estar dispuesto a “comerse la bronca” por aquellos que más lo necesitan? ¿Por qué responde con agresividad a quienes le piden apoyo para un sector vital como el ganadero? El cambio radical de tono y actitud es más que evidente y preocupa, porque no solo se trata de palabras vacías, sino de la falta de propuestas concretas para un sector que atraviesa tiempos difíciles.
El sector ganadero, al igual que otros segmentos del campo, enfrenta problemas estructurales y coyunturales. Los precios de los insumos siguen subiendo, la competencia extranjera es cada vez más feroz, y las políticas del gobierno parecen más orientadas a castigar que a ayudar. En lugar de ofrecer soluciones que favorezcan a los productores nacionales, lo que se observa es un presidente que responde con desdén a las críticas, como si se tratara de un sector irrelevante que ya no merece atención.
Es cierto que los ganaderos, como muchas otras comunidades rurales, votaron por Chaves en su momento, confiando en que él representaría sus intereses. Sin embargo, esa confianza se está viendo erosionada por su falta de acción y, lo que es peor, por su actitud confrontativa ante las legítimas demandas de aquellos que lo eligieron. No es un buen signo que un presidente responda con tal dureza a quienes, con toda razón, exigen ser escuchados, especialmente cuando su bienestar depende de políticas públicas adecuadas y del apoyo gubernamental.
Al parecer, el presidente ha olvidado que el país no se compone solo de la capital y sus alrededores, sino que las zonas rurales, donde se produce gran parte de los alimentos que consumimos, siguen siendo la columna vertebral de la economía nacional. Estos sectores necesitan más que promesas de campaña; requieren un gobierno que se comprometa de verdad, con acciones concretas y medidas que les permitan seguir adelante en un contexto cada vez más complejo. Los agricultores y ganaderos necesitan políticas que les faciliten el acceso a financiamiento, que protejan sus productos de la competencia desleal y que, sobre todo, promuevan su desarrollo sostenible.
La incoherencia es clara. Durante la campaña, Chaves prometió ser un presidente que lucharía por los más necesitados, por los olvidados. Hoy, parece ser que esos mismos votantes rurales ya no cuentan, que ahora el discurso se ha vuelto más cómodo y distanciado de la realidad que viven a diario. Lo que el presidente debería entender es que, si no atiende las necesidades del sector agropecuario, se arriesga a perder el apoyo de un segmento clave que, en su momento, lo apoyó con esperanza.
En lugar de respuestas agresivas, lo que el sector ganadero necesita son propuestas claras, planes de acción que apunten a mejorar su productividad, su competitividad y, sobre todo, su calidad de vida. Los problemas del campo no se resuelven con descalificaciones ni con un discurso en contra de quienes levantan la voz por el bienestar de su comunidad. Si el presidente realmente quiere ser el líder que prometió ser, tendrá que reconocer que la única forma de avanzar es a través del diálogo y la cooperación, no a través de actitudes despectivas.
Es hora de que el presidente Chaves recuerde que la campaña ya terminó, pero los problemas de las zonas rurales siguen vivos, y si no los atiende de manera responsable, podría estar sembrando la semilla de un rechazo que podría costarle caro en el futuro.