
Santiago de Chile, 17 set (AFP) – Tres minutos de horror y una noche de pesadilla: así vivieron muchos chilenos el terremoto de 8,3 grados que sacudió el centro-norte del país y la posterior vigilia por el tsunami y las decenas de réplicas.
En Illapel, una pequeña localidad en el norte de Chile, cercana al epicentro del sismo que dejaba hasta ahora ocho víctimas y un desaparecido, la luz del día reveló las marcas de la tragedia.
Entre los escombros de un muro caído, Ana Cortes, de 35 años, rememoró lo que fue la noche: “Fue el momento más espantoso, el horror más grande que se puede vivir (…) se movía todo y no terminaba nunca”, relata a la AFP.
Algunas casas construidas de materiales livianos en el suelo, la destrucción de estanterías en comercios y el caos del cementerio local con decenas de cruces, jarrones y tumbas hechas añicos, era el panorama que mostraba Illapel pocas horas después del sismo.