Moscú, 8 may (elmundo.cr) – Abril y mayo debieron haber sido la apoteosis de las celebraciones del poderío de Vladimir Putin, el 22 de abril tuvo que haberse celebrado el referéndum para aprobar la reforma constitucional, aprobada por la Duma con amplia mayoría y que le permite al dictador permanecer al poder indefinidamente.
El 9 de mayo se tuvo que haber conmemorado en la Plaza Roja el 75 aniversario de la “Gran Guerra Patria” contra el nazismo, ambos eventos fueron anulados a raíz de la pandemia.
Los planes políticos de Putin fueron completamente perturbados, la crisis económica que vive el país y el desplome internacional de los precios del petróleo cambiaron los planes y quizás el futuro del hombre fuerte del Kremlin.
Mientras sus colegas europeos aumentaron el consenso gracias al “patriotismo” inducido por la crisis, este no surtió los efectos en el caso del presidente ruso, al contrario. La tasa de aprobación cayó al 59% en abril, la cifra más baja desde 1999, según una encuesta realizada por el instituto independiente “Centro Levada”.
En marzo, el consenso de Putin era del 63%, como especifica el instituto, se hizo una encuesta directa, mientras que la de abril, dada la cuarentena, se realizó telefónicamente, las respuestas fueron más “conformistas” y “leales” a las autoridades, por lo que la caída en la aprobación del presidente ruso podría ser aún mayor.
Rusia está sufriendo los fuertes embates del COVID-19, registrando más de 10 mil nuevos casos durante cuatro días consecutivos (más de 11 mil ayer), el virus también se propaga entre los miembros del gobierno: después de que el Primer Ministro Mikhail Mishustin y el Ministro de Construcción, Vladimir Jakushev, la Ministra de Cultura, Olga Ljubimova, también dieron positivos.
Una situación que está causando dificultades al presidente Vladimir Putin, quien es acusado de haber subestimado el peligro y de no garantizar protecciones suficientes a los médicos y trabajadores de la salud. Médicos y enfermeras protestan contra las condiciones de poca seguridad en el trabajo con mensajes de video publicados en la red, tres de ellos cayeron ‘accidentalmente’ por las ventanas de sus respectivos hospitales.
El presidente Putin reacciona pasivamente, sin saber qué hacer, delega las decisiones más impopulares a sus subalternos, pidiendo “atención y precaución”. El alcalde de Moscú, Sergei Sobjanin, -quien desempeña el papel del policía malo en esta crisis-, sostuvo que la capital mantendrá el confinamiento, a excepción de la industria manufacturera y la construcción. Moscú, con más de 92 mil casos confirmados, superó los contagios de toda China.
Para el periodista del New York Times, Andrew Higgins, la pandemia destaca lo que siempre ha sido la mayor vulnerabilidad de Putin: la falta de interés en los problemas internos de Rusia, hospitales en ruinas, focos de pobreza repartidos por todo el país y caída de los ingresos reales de los rusos. Además de aprovechar el control generalizado sobre los medios y reprimir sistemáticamente a los oponentes, Putin ha construido su popularidad a lo largo de los años con la idea de restaurar a Rusia a su estado de gran poder, que colapsó después del final de la Unión Soviética.
La pandemia se ha convertido en la principal preocupación de los rusos, la política exterior perdió relevancia y para Putin parece cada vez más difícil acusar a Occidente de sus fracasos. La pregunta, entonces, es por qué Putin y sus asociados no lograron imponer las medidas necesarias desde el principio para contrarrestar la epidemia. La respuesta es que Putin priorizó la propaganda sobre la salud pública.
Lo que está sucediendo en Rusia “es quizás la mayor prueba que Putin ha enfrentado en los últimos veinte años de poder”, escribió el periodista Alex Ward en la revista estadounidense Vox. La epidemia del coronavirus en Rusia aún no ha alcanzado su punto máximo, la situación en muchos hospitales podría empeorar en los próximos días. Las camas en cuidados intensivos de los hospitales rusos pueden no ser suficientes para acomodar a todos los pacientes graves. Además, muchas instalaciones de salud también están en dificultades por otras razones, como la falta de equipos médicos y de protección para los profesionales de la salud.
El COVID-19 hizo lo que las sanciones internacionales, los opositores y las manifestaciones populares contra el régimen no habían logrado, meter en crisis un Estado paternalista totalitario que no ha sido capaz de asegurar la salud y el bienestar socioeconómico a sus ciudadanos; en esta dramática situación nada será como antes y todo tendrá irremediablemente que cambiar.