¿Quo Vadis, Alemania? Merkel intenta reeditar alianza con SPD

Por María Prieto (dpa)

Acompañada de sus aliados bávaros, la canciller alemana Angela Merkel se reunirá este miércoles con el líder del Partido Socialdemócrata (SPD), Martin Schulz, para sondear las posibilidades de reeditar una gran coalición de Gobierno que ponga fin a la crisis política que atraviesa la potencia europea.

“Voy confiada y con gran respaldo a las conversaciones con los socialdemócratas (…) Queremos que se celebren con rapidez”, apremió hoy la mandataria, para quien una alianza con el SPD garantizaría la estabilidad que Alemania necesita para afrontar los problemas internos y su responsabilidad en Europa y el mundo.

Después de que este jueves las bases del SPD dieran luz verde para que la cúpula del partido iniciase un primer acercamiento al bloque conservador de Merkel, el incierto escenario político que se abrió tras las elecciones generales del pasado 24 de septiembre parece empezar a despejarse.

Los dos principales partidos del país inician ahora una nueva fase con el firme propósito de alcanzar una solución de conveniencia que evite el peor de los escenarios posibles: la convocatoria de nuevas elecciones.

Esta es una opción que todavía no está definitivamente descartada pero que Merkel y Schulz se afanarán por enterrar, bien mediante la repetición de la gran coalición que ha gobernado el país durante los últimos cuatro años o bien a través de la puesta en marcha de un Gobierno en minoría tolerado por el SPD.

A la espera de conocer las propuestas del bloque conservador que lidera la canciller, el líder socialdemócrata acudirá a la primera toma de contacto con los deberes hechos.

Sin fijar líneas rojas, el político socialdemócrata lleva una batería de once propuestas bajo el brazo que pretende convertir en el núcleo central de unas posibles futuras negociaciones.

“Lo determinante serán los temas que logremos imponer. Veamos primero qué contenidos podemos imponer y decidamos después qué hacemos”, insistió días atrás ante una militancia renuente a convertirse de nuevo en socio menor de Angela Merkel.

Una reforma de las pensiones, mayor inversión en educación o la equiparación salarial entre hombres y mujeres son algunos de los puntos que Schulz intentará incluir en un posible contrato de Gobierno. Son su principal baza para reconquistar a unas bases del SPD desencantadas con un líder que en tan solo dos meses ha dado un giro de 180 grados a su discurso.

Los más optimistas no albergan ninguna duda de que la gran coalición se repetirá. Confían en que Merkel despliegue de nuevo la alfombra roja y adopte sin despeinarse las propuestas programáticas de su rival tradicional. Sin embargo, la formación de un nuevo Gabinete no solo depende de la decisión que tomen en “petit comité” los primeros espadas.

En caso de que exista un principio de acuerdo, el SPD tiene previsto celebrar un congreso extraordinario en enero y, posteriormente, preguntar a sus 440.000 afiliados en una consulta si están de acuerdo en entrar en la alianza.

Con este calendario en el horizonte se cree que, en el mejor de los casos, Alemania no contará con un Gobierno hasta marzo.

Conservadores y socialdemócratas se conocen bien. Han gobernado juntos Alemania los últimos cuatro años pero ni unos ni otros esperaban ver sus destinos unidos en esta legislatura.

Merkel confiaba tener a estas alturas más o menos perfilado un Gabinete con los liberales y Los Verdes pero el fracaso sorpresivo de las conversaciones para una alianza de Gobierno tripartita le llevó a pedirle un segundo baile al SPD.

Schulz, que desde la misma noche electoral había anunciado a bombo y platillo que su lugar estaría en la oposición, se despidió de su “no” categórico para tender finalmente la mano y desbloquear la crisis política que empezaba a generar nerviosismo en Europa.

La decisión de entablar negociaciones oficiales quizás no se tome todavía en esta primera reunión. En el SPD escuecen todavía las heridas del pasado. En el partido temen que una gran coalición les pase factura como ocurrió tras gobernar con Merkel entre 2005-2009 y más recientemente (2013-2017), momentos en los que registraron los dos peores resultados electorales de su historia.

Incluso con estas dificultades, son muchos en Alemania los que advierten que el SPD no será, sin embargo, la piedra en el zapato que pueda hacer peligrar un cuarto mandato consecutivo de Angela Merkel. Pese a sus diferencias, en Alemania es un secreto a voces que los socialdemócratas constituyen los socios más cómodos para canciller.

Otro cantar son sus aliados bávaros de la Unión Cristianosocial (CSU) que, con la vista puesta en las elecciones regionales el próximo año, acuden a las negociaciones dispuestos a imponer un límite anual a la entrada de refugiados en Alemania, una propuesta que rechazan de plano en el SPD.

Una Merkel en horas bajas, que gobierna ininterrumpidamente desde 2005, tendrá que hacer malabarismos para conjugar los intereses de sus propias filas con los intereses de Alemania, un país que según repite cada vez que tiene ocasión “necesita estabilidad”.

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