Budapest/Roma, 12 dic (elmundo.cr) – Más de 14 millones de adultos y unos 4,7 millones de niños en Europa y Asia Central sufren de inseguridad alimentaria grave, tal y como se define en la Escala de experiencia de inseguridad alimentaria (FIES, por sus siglas en inglés), advierte la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en un informe publicado hoy.
El Panorama regional de la seguridad alimentaria y la nutrición: Europa y Asia Central 2018 analiza una gran cantidad de información de los países sobre el suministro de energía alimentaria, la subalimentación y los indicadores de nutrición -como retraso del crecimiento y emaciación, anemia, sobrepeso y obesidad-, y las consecuencias de los cambios en las dietas de la población.
La FAO estima que cerca del 2,1 por ciento de la población total de la región -casi 1 000 millones de personas- padeció inseguridad alimentaria grave en el período 2015-2017, según los datos de la FIES.
“Si bien la prevalencia de la inseguridad alimentaria grave en Europa y Asia Central -de alrededor del 2 por ciento- es muy inferior al promedio mundial del 9,2 por ciento, sigue siendo motivo de preocupación, en especial en aquellos países con hambre y malnutrición persistentes”, explicó la experta en políticas de la FAO, Ariella Glinni, autora principal del informe.
“Queremos asegurarnos de que nadie se quede atrás y de que todos tengan acceso a los alimentos. Para lograrlo –añadió-, debemos también comprender mejor la situación de los diferentes grupos de población y abordar los problemas subyacentes clave, como la pobreza, las desigualdades económicas y sociales, los conflictos y otros factores”. En las últimas décadas, la región en su conjunto ha logrado un progreso significativo en la lucha contra la inseguridad alimentaria, sin embargo, desde 2014, la tendencia decreciente en la prevalencia de la subalimentación se ha estancado en un 6 por ciento, y en 2016 y 2017 el número de personas subalimentadas en Asia Central ha ido subiendo lentamente en términos absolutos.
Las conclusiones iniciales para la región señalan una desigualdad entre mujeres y hombres en la prevalencia de la inseguridad alimentaria grave. En los países del Cáucaso, Asia Central y la Comunidad de Estados Independientes (CEI), se encontró que las mujeres adultas tenían una tasa más elevada que los hombres de inseguridad alimentaria grave.
“Esto indica mayores desigualdades de género fundamentales en las sociedades, que se reflejan en el acceso a los alimentos así como en su utilización”, señaló Glinni. “Para garantizar que todas las personas –añadió-, independientemente de su sexo, tengan una alimentación y nutrición adecuadas, debemos promover medidas coherentes que puedan tomarse a todos los niveles y en diferentes áreas de las políticas”.
La triple carga de la malnutrition y el aumento de la obesidad
El informe evalúa el progreso de los países para cumplir las metas del Objetivo de Desarrollo Sostenible 2 de alcanzar el Hambre Cero y mejorar la nutrición para 2030. También revisa las medidas y soluciones de políticas que los países aplican o podrían aplicar para abordar las cuatro dimensiones de la seguridad alimentaria -disponibilidad, acceso, utilización y estabilidad- y la nutrición.
Otro hallazgo clave es que la malnutrición en una o más de sus tres formas principales (desnutrición, sobrepeso y obesidad, y carencias de micronutrientes) está presente en diversos grados en todos los países de la región. A menudo, las tres formas coexisten, creando lo que se llama la “triple carga de la malnutrición”.
Millones de personsa padecen aún carencias de micronutrientes, en particular la anemia, que está presente en niveles significativos en muchos países, incluso en aquellos de ingresos altos. La anemia en mujeres en edad fértil está en aumento, lo que constituye un importante problema de salud pública.
Los crecientes niveles de sobrepeso y obesidad en la región son igualmente motivo de grave preocupación. Un reciente estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha mostrado un aumento continuado del sobrepeso entre los niños y en la prevalencia de obesidad entre los adultos en toda la región de Europa y Asia Central en el período 2000-2016. Unos 200 millones de personas –lo que supone una cuarta parte de los adultos-, son ahora obesos, lo que genera gran preocupación sobre su salud y bienestar futuros y los costes relacionados para la sanidad pública.
Muchos países han pasado de luchar predominantemente con la desnutrición y las deficiencias de micronutrientes, a tener que lidiar también con un aumento de la hipernutrición y las enfermedades no transmisibles asociadas a un cambio en las dietas y un mayor consumo de grasas, azúcar, carne, productos lácteos y alimentos procesados, a menudo acompañado de un estilo de vida más sedentario.
También se observaron diferencias significativas en los niveles de nutrición entre zonas urbanas y rurales y áreas remotas, y el informe apunta a factores subyacentes de desigualdad económica y social.
El papel de la migración, el género y los jóvenes
El informe analiza además los vínculos entre migración, género, juventud y desarrollo rural y seguridad alimentaria, y destaca cómo la región de Europa y Asia Central ocupa el segundo lugar en el mundo para recibir migrantes: 78 millones de migrantes internacionales de los 258 millones que hubo en el mundo en 2017.
La migración -ya sea dentro de un país o a través de las fronteras-, puede convertirse en una fuente de oportunidades de desarrollo. En los últimos años, las remesas enviadas a sus hogares por trabajadores migrantes han sacado a millones de familias de la pobreza y la inseguridad alimentaria. Los flujos de remesas dentro de la región se estimaron en 2017 en 44 000 millones de dólares EEUU.
Están emigrando más mujeres y jóvenes, en una tendencia impulsada sobre todo por el desempleo en muchos países de la región. Las mujeres constituyen el 52 por ciento de los migrantes internacionales en Europa y Asia Central, lo que tiene importantes implicaciones para la dinámica social y familiar y para la vulnerabilidad de los niños, ancianos y los colectivos con discapacidad.
El informe aprovecha las experiencias en los países para resaltar las medidas destinadas a mitigar las consecuencias negativas de la migración en la seguridad alimentaria y aprovechar su potencial de desarrollo. Estas incluyen medidas de apoyo para los migrantes que regresan a su país de origen y el potencial del desarrollo rural para ofrecer opciones de medios de vida alternativas a la migración involuntaria, áreas que merecen mayor atención e inversiones.