Ginebra, 4 may (elmundo.cr) – Las enfermedades no transmisibles son responsables de aproximadamente el 72 % de las muertes a nivel mundial, lo que equivale a 39,5 millones de fallecimientos. Entre ellas, predominan las cardiovasculares, que constituyeron la principal causa de mortalidad por enfermedades no transmisibles en 2016.
Muchos de los factores que conducen a este tipo de afecciones se pueden prevenir. Por ejemplo, una dieta poco saludable, la falta de ejercicio, el consumo de tabaco o la ingesta excesiva de alcohol son algunos de ellos.
Las grasas saturadas y las denominadas “trans”, o hidrogenadas, desempeñan un papel protagonista, ya que su consumo se encuentra directamente relacionado con el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
En este contexto, la Organización Mundial de la Salud ha desarrollado una serie de directrices nutricionales para potenciar que enfermedades no transmisibles.
¿Qué son las grasas saturadas y las hidrogenadas?
En cualquier supermercado podemos comprar una amplia gama de productos que contienen grasas saturadas y transaturadas, tanto de origen animal como artificial.
Las primeras se encuentran en la mantequilla, la leche, la carne, el salmón, los huevos y diversos productores derivados de plantas, como el chocolate o el aceite de palma. Las transaturadas, además de aparecer en alimentos derivados de determinadas carnes y productos lácteos, se pueden producir industrialmente y por eso están en los productos de pastelería, las bolsas de patatas y muchos de los aceites que utilizan los vendedores ambulantes de comida o incluso los cocineros de los mejores restaurantes.
Alimentarse bien para vivir bien
La Organización Mundial de la Salud ofrece una guía la hora de consumir este tipo de grasas, con el objetivo de reducir el riesgo de que adultos y niños padezcan enfermedades cardiovasculares.
Según la agencia, las grasas saturadas no deben superar el 10 % del total de la ingesta de calorías diarias y hay que reducir al 1 % el de las hidrogenadas.
Asimismo, se recomienda a los responsables políticos y los directores de programas que asesoren a los ciudadanos sobre las consecuencias del consumo de grasas saturadas y trans, así como de las medidas que se pueden tomar para prevenirlas. También insisten en que se tomen medidas, tanto desde los gobiernos como desde el sector sanitario en particular, para preservar la salud de la población.
De acuerdo con el director de nutrición de la Organización, “los consumidores ni siquiera notan la retirada de grasas trans” y añade que “los productores pueden usar otras grasas con las mismas propiedades y tú puedes comerte un delicioso cruasán que no tiene grasas trans”.
Un proyecto de todos
La Organización ofrece a los Estados Miembros que participen en una consulta pública entre el 4 de mayo al 1 de junio, en la que pueden compartir su opinión respecto a las directrices. Una vez termine este proceso, un grupo de expertos las revisará y serán publicadas.