San José, 21 jul (VOA) – Este mes de julio, cuando se cumplen 44 años del triunfo de la Revolución Sandinista en Nicaragua, que depuso al dictador Anastasio Somoza, la aprobación del partido Frente Sandinista de Liberación (FSLN), liderado por el presidente Daniel Ortega, ha caído a uno de sus puntos de aprobación más bajos de su historia.
Miles de seguidores de Ortega se reunieron en Managua la madrugada del miércoles para una vigilia de celebración del aniversario de la revolución sandinista.
Pero según la más reciente encuesta de Cid Gallup en Nicaragua, apenas el 13% de la ciudadanía se identifica con el FSLN, un claro desgaste en relación al 52% de apoyo que tenía en 2013.
La encuesta arrojó que el apoyo al presidente Daniel Ortega es de un 29%. En 2015, el apoyo a Ortega era del 74%, según la misma encuestadora, una de las pocas de este tipo y que fue auspiciada por la revista Confidencial, del periodista Carlos Fernando Chamorro.
La encuesta valoró los primeros seis meses del año en Nicaragua, que estuvieron cargados de polémicas por el destierro de más de 222 presos políticos a Estados Unidos, la cancelación de la nacionalidad de los opositores y el arresto de religiosos, entre otras acciones.
Algunos de los desterrados fueron líderes que antes apoyaron la revolución sandinista, pero luego se viraron contra Ortega, algunos tras las protestas antigubernamentales de 2018, que fueron reprimidas con violencia, dejando más de 300 muertos.
La exguerrillera Dora María Téllez, otrora aliada del mandatario y que se separó desde los años 90, dijo que la “represión” desde las protestas del 2018 han desatado un fuerte descontento social.
“Ortega está completamente aislado”, dijo Téllez, hoy una fuerte crítica de Ortega, a la Voz de América.
Téllez fue parte de los más de 200 presos políticos desterrados a EEUU a inicios de año.
Téllez dijo que las últimas acciones emprendidas por el gobierno de Ortega contra sus críticos, como la censura a los medios de comunicación, la persecución a opositores, incluso por medio de las redes sociales, así como contra la Iglesia católica y las organizaciones de la sociedad civil son algo “totalmente sin nombre”.
El gobierno de Ortega ha detenido a sacerdotes y mantiene en la cárcel al obispo Rolando Álvarez desde agosto de 2022, a quien acusa de querer desestabilizar su gobierno.
También ha cerrado unas 3.000 oenegés señaladas de supuestas irregularidades financieras, aunque las entidades acusan al gobierno de desatar una persecución contra la sociedad civil.
El académico nicaragüense y sociólogo Douglas Castro dijo que en el declive que ha experimentado el partido oficialista en los últimos años tuvo como causa desde 2014 hasta el 2018 “la disminución del rendimiento económico del régimen, en particular de sus programas sociales”, que dependían en gran medida de la cooperación venezolana.
Desde que Ortega asumió el poder en 2007, recibió recursos económicos de su aliado venezolano, el fallecido presidente Hugo Chavez.
“Cuando esta colaboración se desplomó, los proyectos sociales también sufrieron un golpe”, explicó Castro.
La segunda fase del declive, dijo Castro, fue en 2018 tras “la intensa represión” a las protestas antigubernamentales.
“A partir de ese momento, muchos simpatizantes del régimen se alejaron”, dijo Castro. “La constante desde ese año ha sido la caída del apoyo”, agregó.
Ortega, que lleva más de 15 años en el poder, alega que durante las protestas del 2018 intentaron darle un golpe de Estado a su gobierno.
Su esposa, la primera dama Rosario Murillo, es la vicepresidenta del país, y sus hijos ocupan cargos del Estado.
Para algunos seguidores del movimiento sandinista, ha resultado difícil conciliar sus “raíces históricas de la lucha contra la dinastía somocista” con el apoyo “a un proyecto dinástico”, agregó Castro.
Los Somoza gobernaron Nicaragua desde 1937 a 1979.
La exguerrilla nicaragüense e historiadora Mónica Baltodano Cantarero, crítica de Ortega, dijo que el mandatario es “el sepulturero de la revolución” y cree que su imagen va en detrimento.
“No queda nada de aquellas transformaciones (de la revolución). Es el sepulturero de la revolución y del Frente Sandinista. Al utilizar el sandinismo, los símbolos, las imágenes de Sandino, lo que está generando es un brutal rechazo de la población nicaragüense contra todo ello”, señaló Baltodano.
“Me parece que es de los dictadores más monstruosos”, señaló.
El académico costarricense Carlos Sandoval cree que la disminución al apoyo al FSLN y Daniel Ortega es una oportunidad política, pero lamentó que, según la misma encuesta de Cid Gallup, un 75% de los ciudadanos no simpatiza con ningún partido político.
El gobierno de Nicaragua no respondió de inmediato a una solicitud de comentarios de la Voz de América para este reporte.