El conflicto entre Israel e Irán escaló con violencia este miércoles 19 de junio, cuando un ataque con misiles lanzado desde territorio iraní impactó directamente en el hospital Soroka, ubicado en Beerseba, al sur de Israel. El bombardeo dejó al menos 47 personas heridas y provocó severos daños en las instalaciones médicas, entre ellas la unidad de cuidados intensivos y áreas donde eran atendidos soldados heridos provenientes del frente en Gaza.
El gobierno israelí reaccionó con fuerza. El primer ministro, Benjamín Netanyahu, responsabilizó directamente al líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, y advirtió que “pagará por sus crímenes”. Netanyahu aseguró que se cobrará “un alto precio” y acusó a Irán de cometer un crimen de guerra al atacar un centro médico. El ministro de Defensa, Israel Katz, fue aún más contundente: “Ali Jamenei no puede seguir existiendo. Es una amenaza para la humanidad”.
El Ministerio de Relaciones Exteriores israelí confirmó que el hospital Soroka sufrió “un impacto directo” y que el ataque fue lanzado con el claro propósito de golpear infraestructura civil clave. En el mismo comunicado, Israel subrayó que “las instalaciones médicas están protegidas por el derecho internacional” y denunció la agresión como una violación grave de las convenciones humanitarias.
En respuesta, el Ejército israelí lanzó bombardeos sobre objetivos estratégicos dentro de Irán, entre ellos, infraestructuras vinculadas a su programa nuclear. Se trató de una de las respuestas más contundentes desde que estalló el enfrentamiento directo entre ambas naciones hace una semana. Esta guerra no declarada incluye no solo ataques cruzados con misiles, sino también operaciones encubiertas y sabotajes cibernéticos.
Desde Teherán, el régimen iraní no ha ofrecido una versión oficial detallada del bombardeo, aunque medios estatales afirmaron que “la respuesta a las agresiones sionistas continuará mientras se mantenga la ocupación y la represión”. No se confirmó oficialmente si Irán reconoce el impacto en el hospital, ni se refirió directamente a las amenazas contra Jamenei.
El hospital Soroka es uno de los más importantes del sur israelí y atiende tanto a civiles como a personal militar. Su infraestructura había sido reforzada desde el inicio de la guerra con Hamás en Gaza, pero no estaba preparada para un impacto directo de misiles balísticos de medio alcance como los utilizados por Irán.
Esta escalada representa un punto de quiebre en una guerra que ya desborda las fronteras tradicionales del conflicto israelí-palestino. La comunidad internacional ha comenzado a reaccionar con llamados al cese inmediato de hostilidades. Washington expresó “profunda preocupación” por el ataque al hospital, mientras que la Unión Europea lo calificó como “una línea que jamás debió cruzarse”.
Aunque no es la primera vez que Irán e Israel se enfrentan indirectamente mediante grupos aliados o ciberataques, este nuevo episodio marca una peligrosa transición hacia un enfrentamiento frontal. Las amenazas de Netanyahu y Katz abren el escenario a posibles acciones dirigidas directamente contra la cúpula iraní, lo cual puede generar repercusiones regionales impredecibles.
Por ahora, el hospital Soroka permanece parcialmente evacuado, con pacientes trasladados a centros de Tel Aviv y Jerusalén. El gobierno israelí anunció que duplicará la seguridad en centros médicos, escuelas y estructuras civiles en zonas potencialmente vulnerables.
La pregunta que sobrevuela Oriente Medio es clara: ¿se encamina la región hacia una guerra total?