Por Almudena de Cabo (dpa)
Hamburgo, 9 jul (dpa) – Las fuertes revueltas que dejaron una estela de destrucción en Hamburgo marcaron una complicada cumbre del G20 en la que la canciller alemana, Angela Merkel, tuvo que lidiar no solo con los grandes desafíos globales, sino también con la férrea postura del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y los manifestantes en la calle.
La irrupción en el escenario político mundial del nuevo inquilino de la Casa Blanca hizo aparecer fantasmas del pasado, que todos pensaban que nunca volverían a sobrevolar los tejados de la comunidad internacional, como el proteccionismo.
Esto generó que todos los ojos se centraran en la mandataria alemana, una mujer capaz de verbalizar sin miedos los cambios guiada por su famoso pragmatismo.
A menos de tres meses de las elecciones generales de Alemania, Merkel quería evitar a toda costa que la primera cumbre del G20 en suelo germano acabara en fracaso. Para evitarlo, los conocidos como “sherpas”, encargados de negociar entre bambalinas los detalles de la declaración final, tuvieron que trabajar hasta el último momento.
“Sabemos que el tiempo apremia, por ello solo podremos encontrar soluciones si estamos abiertos a hacer acuerdos y nos movemos hacia posiciones de otros sin tener que doblegarnos mucho”, apeló el primer día de la cumbre Merkel a los mandatarios del G20, consciente de las tensiones.
Mientras en libre comercio lograron encontrar una fórmula que satisfaciera a todos al incluir una defensa a favor de seguir manteniendo los mercados abiertos y al mismo tiempo reconocer “el papel de instrumentos legítimos de defensa” en el ámbito comercial, en el tema del clima lo tuvieron más complicado.
La decisión de Estados Unidos de salirse de la senda de la defensa del medio ambiente obligó al resto de participantes en el G20 a tomar una decisión: o dejaban fuera el trascendental Acuerdo del Clima de París o mostraban su unidad frente a Trump incluyendo el disenso para poder sacar adelante el comunicado final. Tras unas negociaciones “extraordinariamente duras”, como la propia Merkel reconoció, el G20 optó por esta segunda opción.
“G19”, tituló la publicación alemana “Der Spiegel”. “Todos los participantes del G20 dejaron claro su compromiso con el Acuerdo del Clima excepto Estados Unidos. Un gran éxito para Angela Merkel, ya que muchos otros países habían amenazado con seguir los pasos de Trump”, agregó la revista.
Para el diario alemán “Frankfurter Allgemeine Zeitung”, la parte del clima del comunicado muestra una forma cuidada de “acuerdo del desacuerdo: los Estados están de acuerdo en que no están de acuerdo”.
A pesar de que Merkel defendió que el aislamiento no es el camino a seguir, volvió a insistir en que los europeos deben en parte tener su destino en sus propias manos. “Cuando Merkel apela a los europeos a tener su destino en la mano tiene en mente la irreconciliable confrontación entre una comunidad internacional abierta y el nacionalismo populista”, comentó el rotativo “Süddeutsche Zeitung”.
Junto con Trump, la canciller alemana tuvo que lidiar también con el presidente ruso, Vladimir Putin, y el turco, Recep Tayyip Erdogan, con quien se reunió por primera vez desde que éste acusara al Gobierno alemán y a la propia canciller de emplear “métodos nazis” al no permitir la celebración de mítines en suelo germano.
Por si el plano político no fuera suficientemente candente, Merkel tuvo que hacer frente a los fuertes disturbios en el centro de Hamburgo que obligaron incluso a modificar el programa de los acompañantes de los líderes e hicieron peligrar el transporte de los mandatarios.
Si bien en el último momento se esquivó el desastre a nivel político, las imágenes de barricadas, locales saqueados, coches quemados y heridos quedarán en las retinas de todo el mundo y será lo que seguramente la gente recuerde al pensar en la cumbre en la ciudad natal de Merkel.