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Llegaron, ¿y ahora? La vida en un centro de refugiados en Alemania

ARCHIVO - Una madre abraza a su hija, en el centro de refugiados instalado en el antiguo aeropuerto Berlín-Tegel. Foto: Sebastian Gollnow/dpa

Por Mia Bucher y Weronika Peneshko (dpa)

A cada minuto solía despegar un avión desde el aeropuerto Berlín-Tegel con destino a todos los rincones del mundo. Hoy, tres años después de su cierre, ninguna nave parte de sus pistas al noroeste de la capital alemana.

En su lugar, autobuses llegan en fila con personas que buscan protección. Entre ellos hay ucranianos y, últimamente, cada vez más migrantes de Turquía, Siria y Afganistán. Más de 4.000 personas viven ya en Tegel.

Entre ellos está Mansour, que huyó de Siria junto a su hijo Abd, de nueve años. Ambos hallaron refugio en el centro de acogida desde hace un mes.

Están sentados en uno de los muchos bancos de la sala de recreo en una mañana fresca de principios de octubre. Hace calor, pero hay mucho ruido. La canción “Baby Shark”, que bailan unos niños en el rincón de juegos, se oye por toda la sala.

Las comidas se sirven tres veces al día al fondo de la sala. “No hay suficiente comida”, se queja este hombre, de 34 años. Para su hijo la comida no es suficiente y los residentes tienen prohibido cocinar. Pero Mansour no parece realmente disgustado. Más bien cansado, agotado.

Abd, vestido con una camiseta de la selección alemana, se prepara una tostada mientras su padre habla. Para ello, pone una loncha de queso en una taza de agua caliente, tira del queso fundido en largas tiras y lo unta en el pan.

El pequeño tiene una herida en la mejilla que se hizo con un arbusto al huir en Turquía, explica su padre. En Siria, el hombre trabajaba como técnico de calefacción y le gustaría hacer lo mismo en Alemania.

Solo temporalmente ¿o no?

El centro de acogida de inmigrantes que buscan protección en el antiguo aeropuerto de la capital es probablemente uno de los más grandes de Alemania.

Allí hay 14 salas construidas con materiales ligeros, alojamientos masivos que en realidad solo están pensados para ser utilizados de forma temporal. Algunos refugiados llevan un año atrapados en Tegel.

Los recién llegados, que descienden de los autobuses frente a la antigua Terminal C, pueden parecer al principio pasajeros aéreos corrientes. Intentan orientarse entre equipajes, ordenanzas con chalecos de colores llamativos y carteles.

A diferencia de los turistas, la gente lleva llamativamente poco equipaje consigo, muchos solo una pequeña mochila, que probablemente fue armada solo con lo más necesario antes de la huida.

Poco espacio para vivir en los albergues permanentes

Las salas fueron previstas para los migrantes que deben permanecer en Berlín y fueron pensadas como albergues provisorios, explica Monika Hebbinghaus, portavoz de la Oficina regional de Asuntos de los Refugiados de Berlín (LAF).

Pero en Berlín, como en muchos otros lugares en Alemania, no hay espacios habitables suficientes.

“Nadie deseaba esto, tal como están las cosas”, reconoce Hebbinghaus.

La funcionaria explica que, debido a la tensa situación en materia de alojamiento, actualmente solo se puede trasladar a personas especialmente vulnerables a un alojamiento permanente, dependiendo de las plazas disponibles. Entre ellas, precisa, se encuentran mujeres embarazadas, personas con discapacidad u otras necesidades de apoyo.

Al principio solo llegaban ucranianos al antiguo aeropuerto de Tegel. Actualmente suman unos 3.000. Pero últimamente llega a Berlín un número cada vez mayor de solicitantes de asilo de países como Siria, Turquía, Afganistán, Georgia o Moldavia que desde hace unas tres semanas también están siendo alojados en Tegel.

Hasta finales de agosto, más de 204.000 personas habían solicitado asilo este año en Alemania, según la Oficina Federal de Migración y Refugiados. En comparación con el año pasado, esto supone un aumento de cerca del 77 por ciento.

El número de solicitantes aumenta de forma continua desde abril. Además, a mediados de septiembre se encontraban en Alemania más de un millón de ucranianos, los cuales no necesitan solicitar asilo.

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