Las habilidades que salvaron la vida de una mujer georgiana

» La elaboración innovadora de queso le proporcionó los ingresos para el tratamiento médico y forjó a una líder comunitaria.

© FAO/Guram Saqvarelidze

Para Nino Kavtaradze, los ingresos que obtiene gracias a sus competencias y decenios de experiencia en la producción de frutas desecadas, mermeladas y quesos georgianos característicos han supuesto, literalmente, la diferencia entre la enfermedad y la salud.

Hace casi 20 años, explica Nino, “me diagnosticaron una enfermedad grave: cáncer”. “Las ventas de frutas desecadas y tklapi (láminas de puré de frutas desecadas que se enrollan como si fueran cuero) fueron una de las principales fuentes de ingresos que contribuyeron a sostener mi salud, cubriendo mis gastos médicos”.

Pasó años sometiéndose a múltiples sesiones de quimioterapia. Mientras tanto, cuenta que se concentró en dirigir su negocio desde casa, en las montañas del noroeste del país, para mantener su mente ocupada en el día a día.

Este enfoque y pulir su experiencia le permitieron desempeñar un papel clave como agricultora líder en un proyecto que tiene como objetivo mejorar la resiliencia y el empoderamiento económico de las mujeres productoras lácteas en pequeña escala.

Esto sucedió cuando conoció a otro productor de queso que dirigía una escuela de campo para agricultores, como parte de una iniciativa puesta en marcha por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en colaboración con la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU-Mujeres) y financiada por la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación. Le preguntó a Nino si estaría interesada en hacer lo mismo y, de ser así, si podría encontrar a 15 mujeres para participar en la iniciativa.

La determinación que la había ayudado a superar el cáncer volvió a aparecer y ella fue aún más lejos. Nino localizó a 30 mujeres de la zona que eran productoras de leche y estaban interesadas en participar en la escuela de campo para agricultores de la FAO, donde aprenden unos de otros con la orientación técnica de especialistas en tecnología alimentaria, agrónomos y veterinarios de la FAO. La escuela abarca una serie de temas que van desde la inocuidad de los alimentos, el cuidado de los animales y las vacunas hasta la producción de nuevos tipos de productos lácteos y frutas y hortalizas procesadas, así como la gestión empresarial y la igualdad de género.

Basándose en los conocimientos compartidos por la FAO, las mujeres intercambiaron experiencias sobre la gestión de los animales, la producción de leche y productos lácteos, higiene y prácticas modernas de inocuidad de los alimentos.

Nino dice que, aunque ha trabajado como productora láctea durante 30 años, aún así adquirió nuevos conocimientos útiles gracias a la capacitación. El equipo básico que le proporcionó la FAO también ha impulsado la producción, la inocuidad y la competitividad. Nino está especialmente contenta con el molino que le suministró la FAO, que le permite ahorrar dinero al evitar tener que comprar pienso elaborado.

“No tendremos que adquirir maíz, ya que tenemos maizales, y de alguna manera conseguiré comprar trigo y cebada. Cuando molemos los cereales, alimentar a nuestro ganado no será tan costoso y nuestros beneficios aumentarán”.

La FAO también aportó a Nino pequeños equipos de producción láctea, como un pasteurizador de leche, un sellador al vacío y recipientes especiales. Con ellos, ha llevado su producción de queso a un nivel completamente nuevo, ofreciendo su propia marca de innovadoras variedades de queso Ninoseuli (que se traduciría como “Ninoense”).

“Quería que mis quesos destacaran”, subraya Nino, “por eso añadí frutas desecadas a mis productos y empecé a crear queso con higos secos, ciruelas y kiwi”.

Otro experimento de Nino fue hacer mermeladas dulces con pimientos picantes.

Nino ha llevado sus quesos y mermeladas de pimiento a varias exposiciones, donde los consumidores han mostrado gran interés en estos nuevos productos.

“La mermelada de pimiento y el queso combinan bien”, señala Nino al recordar su experiencia en el certamen “Sabor georgiano singular”. Este mercado agrícola —que la FAO organiza en Tiflis y otras ciudades de Georgia con la ayuda de la Unión Europea y Suecia—, apoya a los productores de productos de nicho y del terruño.

Una vez que los clientes de Nino probaron la combinación, “les gustó y así vendí queso en mayores cantidades, mientras que los que compraron la mermelada de pimiento una vez, volvieron para comprar más”.

Al asociarse con Nino y sus compañeras agricultoras líderes, la FAO ha ayudado a más de 600 mujeres productoras de leche a producir una variedad de quesos, desde la caciotta hasta el halloumi. Muchas de ellas han comenzado a producir estos quesos comercialmente.

“Cuando una persona se fija una meta”, asegura Nino, “debe hacer todo lo posible por alcanzarla. No me rendí ni por un segundo ni pensé en morir cuando tuve cáncer. Estoy aquí ahora porque luché con trabajo, determinación y motivación”.

Con esta actitud, Nino continúa elaborando sus productos “Ninoenses” genuinos y cada vez más populares para los mercados georgianos, e inspirando a más y más agricultores a seguir su ejemplo.

La historia y las fotos relacionadas se pueden encontrar en: https://www.fao.org/newsroom/story/the-skills-that-saved-one-georgian-womans-life/es.

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