Washington, 2 jun (elmundo.cr) – Donald Trump acusó a los ‘antifa’, la difusa red de grupos antisistema y antifascistas de izquierda como los únicos responsables de las revueltas que están devastando los Estados Unidos.
La actividad vandálica de estos grupos es del todo evidente, lo que molesta es el silencio del presidente con respecto a la participación los extremistas de derecha: nazis, Ku Klux Klan y supremacistas blancos, que están aprovechando de la coyuntura para tratar de desatar una guerra racial en el país.
Las manifestaciones, que parecen tornarse cada vez más violentas, han llegado hasta las puertas de la Casa Blanca y no han dado hasta ahora señales de apaciguarse, aun cuando aumenta la represión por parte de las autoridades y las amenazas del presidente Donald Trump contra los ciudadanos que salen a manifestar.
El Departamento de Seguridad Nacional envió un memorando de inteligencia a los mandos policiales en todo el país alertando que “anarquistas y extremistas de milicias” podían intentar hacer explotar las manifestaciones, un documento revelaba, citando al FBI, que “un canal de extremistas supremacistas blancos incitaba a sus seguidores a provocar violencia e iniciar- disparando a la multitud-, el “boogaloo”, un término usado por los extremistas violentos para referirse al inicio de una segunda guerra civil”.
Uno de los movimientos más activos en su determinación de aprovechar el momento es el de los llamados “aceleracionistas”, que animan a sus seguidores neonazis de ir a las protestas y cometer actos de violencia contra gente negra con el objetivo de exacerbar las tensiones étnicas y hacer estallar una guerra racial. Están desplegando muchas de sus tácticas online, en foros y en redes sociales.
No hay pruebas ciertas que involucren a ‘antifa’ en los desórdenes, pero sí hay pruebas ciertas sobre infiltraciones en las manifestaciones actuales, los del grupo de los supremacistas blancos y los Boogaloo Boys, sobre quienes el lunes recayeron las denuncias más pesadas hasta el momento.
El lunes Twitter anunció que había eliminado una cuenta que decía representar a ‘antifa’ y que incitaba a la violencia. La cuenta, en realidad, había sido creada por un conocido grupo supremacista blanco, llamado Identity Evropa.
Habla de infiltrados la senadora Patricia Torres Ray, que tildó de “terroristas” a los supremacistas blancos infiltrados para crear confrontación. “Vienen de afuera, quieren confundir e intoxicar a los activistas locales. Distribuyen alcohol, hay tácticas, tienen un plan. Somos una ciudad progresista y activista, puedo reconocer a un agitador infiltrado”, dijo la senadora.
Donald Trump ha flirteado con la derecha radical desde la campaña electoral del 2016. El apoyo que le brindó Rocky Suhayda, presidente del partido nazi estadounidense, cuando expresó que este presidente “es una verdadera oportunidad para nosotros”. Luego llegaron los disturbios en Charlottsville, en el 2017, que llevó a Trump a decir que entre los supremacistas blancos “hay buenas personas”. Estos son episodios que las comunidades negras de los Estados Unidos nunca olvidaran.
“Los tuits de Trump muestran una vez más lo que es el racismo”, dijo la senadora de California Kamala Harris. Trump amenazó a los revoltosos con una frase de un Sheriff de los años 60’s que reza: “cuando empiezan los saqueos, empiezan los disparos”. Otra demócrata, la representante Rashida Tlaib, también acusó a Trump de ser un racista. “El presidente imputado y absuelto, durante el proceso de ‘impeachment’ es un violento supremacista blanco”, recalcó.
Es imposible para Trump pedirle a los negros que se detengan, carece de un requisito fundamental: la autoridad moral, todavía hoy continúa a reiterar que las protestas que están incendiando los Estados Unidos no son causadas por las infiltraciones de los grupos supremacistas blancos, sino solo por organizaciones de izquierda radical.
En pocas semanas todas las desgracias llegaron juntas para arruinarle los propósitos de reelección al magnate neoyorquino: una crisis económica, sanitaria y social de proporciones bíblicas sin precedentes y que deja muy mal parado al presidente más polémico, aislado y desorientado de la historia de los Estados Unidos.