Berlín, 25 nov (dpa) – El Gobierno alemán criticó hoy los resultados de la Conferencia Mundial sobre el Clima (COP29) de Bakú, a la vez que destacó los aspectos positivos de la cumbre celebrada en la capital de Azerbaiyán.
Tras una fuerte disputa, la COP29 acordó un nuevo objetivo financiero para la ayuda climática a los países más pobres -300.000 millones de dólares al año para 2035-, mientras que no se avanzó en la protección del clima.
“Sabemos que nuestras decisiones de hoy no bastan por sí solas para satisfacer todas las necesidades”, declaró la ministra germana de Relaciones Exteriores, Annalena Baerbock, desde Bakú. “Por eso nos hemos comprometido con la visión de aumentar la financiación para los países en desarrollo hasta 1,3 billones de dólares (1,25 billones de euros)”.
Según Baerbock, los 300.000 millones de dólares que deberían aportar principalmente los países industrializados de aquí a 2035 solo pueden ser un punto de partida. Y aseguró que Alemania “cumplirá”.
“Como hemos aprendido de nuestros errores en el pasado -no podemos firmar un cheque sin fondos-, también se trata de confianza”, añadió. Para la Unión Europea (UE) eso está claro: “Nadie ha olvidado la responsabilidad histórica”, dijo la ministra alemana.
Baerbock subrayó que la financiación de la protección del clima y los avances en la reducción de gases de efecto invernadero no pueden ni deben separarse. “Sin medidas concretas para mantener a nuestro alcance la senda de 1,5 grados, ninguna cantidad de dinero nos salvará”.
Refiriéndose a los países que bloquearon el consenso, como Arabia Saudí, Baerbock afirmó: “Aquellos que han venido aquí para impedir el progreso y debilitar nuestro sistema multilateral de la ONU han fracasado -y han fracasado estrepitosamente-, mientras que aquellos que creen en un mundo mejor han ganado”.
También la ministra alemana de Desarrollo, Svenja Schulze, declaró que los resultados “no son motivo de celebración”. Sin embargo, matizó: “En el futuro, más gente que antes asumirá responsabilidades, ya que el compromiso de un pequeño grupo de países industrializados tradicionales se convertirá en una tarea global conjunta a la que también contribuirán otros países. Es una señal importante”.
La ministra agregó que es crucial que las inversiones privadas de todo el mundo se canalicen también a gran escala hacia vías respetuosas con el clima.
“Esto puede lograrse mediante unas buenas condiciones generales, incentivos gubernamentales y una cooperación internacional justa”, afirmó Schulze.
Por su parte, el ministro alemán de Economía, Robert Habeck, también mencionó ambos aspectos y declaró: “En vista de la tensa situación mundial, esto es un éxito para la cooperación internacional”.
Habeck, a la vez vicecanciller de Alemania, enfatizó que las negociaciones en el seno de las Naciones Unidas están funcionando, aunque aún queden muchas cuestiones sin resolver que deberán debatirse el año que viene.
El ministro sostuvo que incluso países reticentes, como Arabia Saudí, “no podrán frenar las fuerzas reales del mercado, que hace tiempo que se han decantado por las energías renovables y la transformación climáticamente neutra”.
Desde el mundo científico, el Instituto de Potsdam para la Investigación del Impacto Climático (PIK), con sede en esa ciudad del noreste de Alemania, se mostró decepcionado con la cumbre climática y propuso rondas de negociaciones más reducidas.
“La cumbre climática de Bakú no ha sido un éxito, sino en el mejor de los casos la evitación de un desastre diplomático”, declaró el director del PIK, Ottmar Edenhofer, tras el final de la llamada COP29.
“Ahora está más que claro que necesitamos formatos de negociación adicionales para la lucha mundial contra la crisis climática. Para avanzar, no todos los casi 200 Estados signatarios de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático tienen que sentarse necesariamente a la misma mesa”, dijo.
Edenhofer pidió a los donantes del Norte rico que movilicen fondos para los países más pobres aplicando tarifas al petróleo, el carbón y el gas. Lo ideal sería que el dinero solo fluyera si el país receptor reduce de forma demostrable las emisiones de gases de efecto invernadero.