Por Cecilia Caminos (dpa)
Buenos Aires, 18 feb (dpa) – El grito de “justicia, justicia” quebró el silencio en que una multitud marchó hoy bajo la lluvia en Buenos Aires a un mes de la muerte del fiscal Alberto Nisman, ocurrida pocos días después de haber denunciado a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner por supuesto encubrimiento.
Pequeños carteles fueron la voz de los cerca de 300.000 manifestantes que marcharon en un mar de paraguas sin bandería política ni identificación partidaria: “Todos somos Nisman”. Otros pidieron “justicia” y “verdad”. “La muerte de Nisman nos duele y nos rebela”, rezaba una sábana blanca pintada con aerosol.
“La muerte de Nisman fue la gota que rebalsó el vaso. Estamos muy disconformes con este gobierno, hay mucha corrupción”, señaló a la agencia dpa Elsa junto a su marido bajo un enorme paraguas negro.
“Estoy acá por una sumatoria de temas, el atentado a la (mutual judía) AMIA, la muerte de Nisman, la inseguridad, porque no hay justicia”, coincidió Miriam, de 55 años.
Nadie se movió de su lugar cuando se desató un diluvio minutos antes del inicio de la marcha. “Llueve, llueve, el pueblo no se mueve”, alentó la gente mientras soportaba la intensa lluvia.
Los fiscales que convocaron el tributo a Nisman soportaron incólumes la lluvia durante las más de dos horas que les llevó recorrer los mil metros que unen el Congreso argentino con la histórica Plaza de Mayo, acompañados por cientos de miles de personas.
Unos metros detrás de los fiscales caminaron la ex esposa de Nisman, la jueza Sandra Arroyo Salgado, y sus hijas.
La “marcha del silencio” se convirtió en la “marcha de los paraguas”, que cubrieron toda la Plaza de Mayo y sus alrededores frente a una Casa de Gobierno vacía. Fernández de Kirchner decidió salir de Buenos Aires durante la marcha y viajó a la residencia presidencial en el balneario de Chapadmalal, unos 400 kilómetros al sur de la capital.
Gente de todas las edades pobló la histórica plaza y las calles cercanas. A diferencia de otros actos, en los que los manifestantes son trasladados en ómnibus por los organizadores, esta vez la gente se las ingenió para llegar por su cuenta hasta el centro porteño, mientras los vendedores ambulantes se hicieron el día ofreciendo banderas argentinas y pilotos de plástico.
La multitud no pudo mantener el silencio. Los aplausos se intercalaron con los reclamos de “justicia” y el himno nacional argentino.
“¿Pero la gente no entiende que esta es la marcha del silencio?”, protestó en voz alta un hombre. “Hay mucha bronca (enojo), señor, mucha bronca, necesitamos expresarnos”, le respondió un manifestante.
“Estoy indignada de todo lo que está pasando en el país. No creo que esto sea democracia. No hay libertad de expresión. Hay chicos que se mueren de hambre. Mujeres que sufren violencia doméstica”, agregó en tanto una mujer en el pequeño debate generado en medio de la marcha.
“No quiero que esto se politice”, lamentó Ernesto, de 72 años. Y afirmó que fue a la marcha “por respeto a una persona que iba a cumplir su trabajo”. “Espero que el mundo vea hoy que los argentinos tenemos dignidad”, expresó con lágrimas en los ojos.