Washington, 26 ene (elmundo.cr) – La reciente designación del secretario de Estado, Marco Rubio, como asesor de seguridad nacional, en medio de la incertidumbre en el equipo de política exterior de Donald Trump, presenta un desafío significativo: mantener su puesto.
El nombramiento de Rubio se produce en un contexto de tensiones internacionales crecientes, incluyendo la guerra comercial con China, la situación en Ucrania y las críticas a la política exterior estadounidense. Sin embargo, el mayor desafío para Rubio podría ser interno.
La influencia de Trump, impredecible y volátil, es el factor determinante en la política exterior de Estados Unidos. El presidente “está decidido a implementar políticas que subvierten los principios de liderazgo global estadounidense”, según el análisis. Esto incluye una “congregación con autoritarios, amenaza con anexar territorios de los aliados de la OTAN y trata la política exterior más como un gran negocio inmobiliario que como una cuestión de Estado”, lo que dificulta la coherencia y la estabilidad.
La estrategia de Trump, basada en la “incertidumbre estratégica”, según el secretario del Tesoro, Scott Bessent, contrasta con la visión de sus críticos, quienes la describen como “caos total”. Esta imprevisibilidad se extiende a la estructura interna, donde las decisiones de los subordinados pueden ser modificadas en cualquier momento.
Rubio, quien también es el primer funcionario en desempeñar los roles de secretario de Estado y asesor de seguridad nacional desde Henry Kissinger, debe navegar este entorno volátil. Su éxito dependerá en gran medida de su capacidad para ganarse la confianza de Trump, un ex rival político.
Hasta ahora, Rubio ha demostrado una lealtad inquebrantable, elogiando constantemente a Trump y enfatizando que su función es implementar la agenda del presidente. “Este presidente heredó 30 años de política exterior construida en torno al bien del mundo”, declaró Rubio, “Y con el presidente Trump, estamos elaborando una política exterior que… ¿fue buena para Estados Unidos? ¿Hace a Estados Unidos más fuerte? ¿Hace a Estados Unidos más seguro? ¿Y hace a Estados Unidos más rico?”.
Sin embargo, esta postura ha generado incomodidad en el ámbito internacional. Por ejemplo, Rubio se vio en la necesidad de explicar las declaraciones de Trump sobre la posibilidad de que Canadá se convierta en el estado número 51 de Estados Unidos.
La trayectoria de Rubio, inicialmente visto como un político con potencial para ampliar el atractivo del Partido Republicano, ha cambiado. Ahora, muchos de sus antiguos seguidores en el centro político creen que ha comprometido sus principios en busca del poder.
Rubio ha estado involucrado en acciones que ponen a prueba las interpretaciones comunes del Estado de derecho, incluyendo el programa de deportaciones masivas de Trump y la gestión de protestas propalestinas. “No queremos terroristas en Estados Unidos”, declaró Rubio, justificando la restricción de visas a estudiantes involucrados en actividades políticas.
La lealtad de Rubio parece haberle ganado el favor de Trump, quien lo describe como “increíble” y un solucionador de problemas. Sin embargo, la volatilidad de Trump plantea un desafío constante: mantener su puesto en un entorno donde la lealtad es primordial, pero la estabilidad y la coherencia son difíciles de alcanzar.