Desesperación y falta de escrúpulos: nuevo naufragio en Mediterráneo

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REPORTAJE

Por Miriam Schmidt (dpa)

Roma, 6 ago (dpa) – Mohamed y su familia tuvieron suerte. Este refugiado de Palestina consiguió mantener a flote a su hija de un año y a su mujer después de que el barco en el que viajaban naufragase ante las costas de Libia. Ellos son parte de las 373 personas que pudieron ser rescatadas por un barco de Médicos Sin Fronteras tras esta última catástrofe migratoria en el Mediterráneo.

“No sé cómo conseguí encontrarlas entre toda esa gente que intentaba agarrarse a los restos” de la embarcación, contaba Mohamed ante los medios italianos.

Los equipos de rescate seguían hoy buscando a las otras 200 personas que iban a bordo de la embarcación naufragada, aunque la esperanza de encontrar supervivientes es cada vez menor. Las organizaciones humanitarias creen que en el momento del accidente muchas personas se encontraban en la bodega del barco, por lo que apenas tuvieron posibilidad de salvarse.

“La gente que estaba en la bodega tenía pánico y gritaba porque tenía miedo a quedarse allí abajo”, explicó un testigo al diario italiano “La Repubblica”.

El barco naufragado iba abarrotado y apenas estaba preparado para navegar. Según algunos testigos, apenas pocas horas después de partir la embarcación se paró después de que entrase agua en la sala de máquinas. Los refugiados pidieron auxilio y mientras un barco de la Marina irlandesa se acercaba en su ayuda, se produjo la catástrofe.

“Todos querían ir hacia el lado por el que venía el barco de rescate. Entonces la embarcación volcó y todos acabamos en el agua”, contó un superviviente.

“Tienen miedo, por eso reaccionan así cuando ven a los servicios de rescate”, apuntó en declaraciones a la televisión Melissa Fleming, la portavoz de la agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR).

“Era una visión horrible”, explicó Juan Matías, coordinador de Médicos Sin Fronteras, desde el barco Dignity I. “Había gente que se agarraba desesperada a los flotadores y botes salvavidas, luchando por salvar su vida entre los que se ahogaban y quienes ya estaban muertos”.

Los servicios de rescate solo lograron poner a salvo a 370 de las 600 personas que iban en la embarcación. “No hay ninguna medida de seguridad, sólo unos pocos tienen chalecos salvavidas y muchos no saben nadar”, apuntó Fleming. “Yo estaba bajo el agua y sólo veía las cabezas de muchos otros que también habían caído y las altas olas”, explicó Mohamed.

Según la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), más de 2.000 personas han muerto en lo que va del año en su intento de llegar a Europa cruzando el Mediterráneo.

La ruta que va de Libia a Italia es la más peligrosa, entre otras cosas debido a la falta de escrúpulos de los traficantes de personas. “Son tan despiadados y codiciosos que meten a mucha gente en cada barco para sacar más beneficios”, apuntó Fleming. “En ese tipo de embarcaciones no deberían viajar más de 40 o 50 personas, y sin embargo se apiñan hasta 600”.

Según Médicos Sin Fronteras, muchos refugiados son conscientes del riesgo. “Cuando preguntamos a la gente por qué arriesgan sus vidas, siempre nos dan la misma respuesta: ‘No hay otra alternativa'”, explica la organización en Twitter. “Conocen los riesgos pero a pesar de ello lo hacen. Prefieren ahogarse en el intento que permanecer en sus países o en Libia”.

Mohamed y su familia tuvieron suerte, pero no pueden apartar de su mente las imágenes que presenciaron. “Todos intentaban aferrarse unos a otros para mantenerse a flote. Era como si hubiera una muralla entre mi hija y yo, mientras mi mujer intentaba tomar aire”, dijo. “Tuve que decidir y me sumergí. Agarré a nuestra hija y la saqué para que pudiera respirar. Nunca lo olvidaré”.

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