San José, 26 feb (elmundo.cr) – Los gastos hormiga son compras por montos muy bajos que parecieran inofensivas pero que, si son constantes, pueden ser determinantes en las finanzas de las personas.
De hecho, este consumo resulta muy común, ya que alrededor de cinco de cada diez consumidores a nivel nacional admiten que realizan compras muy pequeñas, pero todos los días.
Con base en los datos generados con la Encuesta Nacional de Endeudamiento de la OCF, elaborada por la Oficina del Consumidor Financiero (OCF), y mediante el uso de algunas técnicas estadísticas, se pudo identificar tres perfiles de consumidores, que permita comprender de mejor forma su comportamiento financiero.
Los datos alcanzados sugieren que cada grupo se podría componer en promedio por millón cien mil personas.
Esos tres perfiles se definen a partir de variables como la edad, capacidad para asumir los gastos básicos o más, el nivel de compromiso para el pago de deudas, nivel educativo, zona de residencia y estatus laboral, y en particular sus hábitos y actitudes hacia el dinero y el manejo de sus finanzas.
El análisis permite identificar un primer segmento, caracterizado por la presencia sobre todo de consumidores que tienen menores ingresos mensuales, un mayor compromiso de pago y mayoritariamente mujeres y residentes en el Gran Área Metropolitana.
El segundo perfil lo componen consumidores con educación universitaria, mayoritariamente hombres, con trabajo remunerado, casado o en unión libre e ingresos entre quinientos mil colones y un millón, en tanto, el tercer segmento está integrado en especial por personas con trabajo remunerado, con nivel educativo universitario, solteros y casados y con ingreso igual o superior al millón de colones.
Un detalle relevante del primer segmento es que una proporción significativa enfrenta desafíos en términos de manejo de imprevistos y baja resistencia a choques financieros, por la combinación de bajos ingresos y el nivel de compromiso de ellos.
De hecho, el 60% de las personas en ese grupo tienen ingresos menores a los ₡300 mil al mes, y el 35% muestra un compromiso superior al 37,5% de sus ingresos.
Por su parte, el segmento dos está compuesto sobre todo por individuos con una mayor estabilidad financiera, mejor manejo de deudas, y una tendencia más fuerte al ahorro y planificación financiera.
Si bien no son los de ingreso promedio más alto, parecen tener una base económica más sólida y mayor capacidad para enfrentar imprevistos financieros.
El 38% de las personas en este grupo tiene ingresos de ₡500 mil a un millón de colones, y los niveles de compromiso se distribuyen de forma muy parecida.
Y el segmento tres es el que muestra el nivel medio más alto de ingresos de los tres, y el 57% de las personas en el grupo muestra compromisos menores al 33% de sus ingresos.
El segmento 3 parece tener orientación hacia el presente, y menos enfoque en el ahorro y planificación financiera a largo plazo, por lo que, si bien tienen capacidad razonable de manejar deudas y emergencias financieras, la falta de metas financieras y preferencia por el gasto podrían indicar debilidades notorias en sus hábitos financieros.
“En esta nueva entrega de resultados del estudio, los datos permiten identificar perfiles de los consumidores que favorece la identificación de algunos hábitos personales y condiciones socioeconómicas que inciden en los niveles de endeudamiento, lo que confirma que se trata de un fenómeno más complejo. Es por lo tanto una radiografía que ayuda a diseñar esfuerzos más efectivos en materia de educación financiera”, explicó Danilo Montero, director general de la Oficina del Consumidor Financiero (OCF).
Un tema que llama la atención es lo generalizado de los gastos hormiga en los diversos segmentos. En el caso del grupo 1, el 38% de las personas acostumbran este tipo de compras diarias, práctica que sube al 42% en el segmento 2 y llega al 56% para el segmento 3.
Esto puede entenderse como una práctica usual de la población, pero con algún grado de limitación en el grupo 1 que reporta menos ingresos, algo de control en el grupo 2, y una mayor libertad para quienes devengan ingresos más altos en el grupo 3.
Siempre en el ámbito de los comportamientos de los consumidores ante las compras, el 93% de las personas del segmento 1 indica que elaboran una lista de lo que necesitan antes de comprar, y el 90% analiza las facturas de las compras, mientras que estos comportamientos disminuyen al 53% y 46% en las personas del segmento 3.
De hecho, en el segmento 3, el 42% dice que no puede controlar sus compras, el 46% sabe que compra demasiado pero no puede evitarlo y el 41% se antoja de todo lo que le ofrecen, mientras que estos comportamientos solo representan entre el 11% y 12% en las personas de los segmentos 1 y 2.
Estos comportamientos pueden explicar el por qué el 52% de las personas que componen el segmento 3 indicó que su situación financiera les ha generado estrés en el último año, a pesar de mostrar los niveles más bajos de endeudamiento.
“En el segmento 3 posiblemente estamos hablando de jóvenes profesionales, que recién se integran a la fuerza laboral en empresas trasnacionales, con buenos ingresos, pero con una educación financiera limitada y comportamientos más impulsivos hacia el gasto. En cierto sentido, es paradójico que una fuente de estrés financiero no es el endeudamiento, sino sus hábitos financieros. De hecho, cerca de la mitad de las personas en el grupo 3 dice preferir gastar que ahorrar y vivir al día sin preocuparse por el mañana. Las personas del segmento 2, aunque están algo más endeudadas que las del segmento 3, se han planteado más metas, piensan más que su deuda es manejable y una mayor proporción piensa que le pueden hacer frente a sus deudas, y solo 16% ha sentido estrés financiero”, concluyó Montero.