Por Andrea Sosa Cabrios (dpa)
Toronto, 12 jul (dpa) – Si en algo coinciden los competidores en los Juegos Panamericanos es en que el comedor es de lo mejor en Toronto, aunque están los que se tapan hasta las orejas para protegerse del feroz aire acondicionado o los que compensan la añoranza por platillos de su tierra devorando litros de helado.
“Tenés de todo. Es una carpa gigante, hay miles de puestos de comida, carne, pollo, pescados, pastas, ensaladas de todo tipo, frutas. Está bárbaro y cada uno come a lo que está acostumbrado”, dijo a dpa una de las “Leonas” del equipo argentino de hockey sobre césped, Macarena Rodríguez.
En el comedor de los atletas panamericanos, una dietista atiende las inquietudes de los deportistas que comerán 80.000 pechugas de pollo, 50.000 filetes de res y 150.000 huevos durante los Juegos de Toronto 2015.
¿Cuántas calorías tiene un alimento? ¿Información sobre gluten? ¿Alérgenos? Cualquier consulta pueden hacer los competidores e incluso revisar ellos mismos los datos en una terminal.
Para el entrenador chileno de squash Javier Gouet lo que haría falta es “hidratación natural”, como jugo de fruta, ante tantos refrigeradores llenos de botellas.
“En general, la comida está muy bien, pero todos se quejan del frío que hace en la zona. El contraste con la temperatura de afuera es muy grande. Se levantan con dolor de garganta”, dijo a dpa Gouet, mientras los termómetros marcan los 25 grados en la ciudad.
En el restaurante de la Villa de los Atletas hay seis áreas de comida que hacen honor a distintos distritos de la ciudad, como Little Italy o Kensington Market, y también se rinde homenaje a los tranvías que recorren Toronto con un mostrador de hamburguesas que tiene esa forma.
Para el tenista argentino Facundo Bagnis, el restaurante, abierto las 24 horas, es “gigante” y tiene “una alimentación bárbara”. O como diría el jugador de squash colombiano Miguel Ángel Rodríguez, un menú de “cinco estrellas”.
A todo ritmo se preparan unas 25.000 raciones diarias de alimento, incluidos platos asiáticos o comida italiana. Si se apilaran las hamburguesas de todos los Juegos, sumarían cinco veces la altura de la CN Tower de Toronto, la torre más alta de América con 553 metros.
El comedor es una estructura provisional que se desmontará después de la partida de los más de 6.000 atletas de los Juegos Panamericanos, que se realizan del 10 al 26 de julio, y de los 1.600 de los Parapanamericanos, una competencia que reunirá en agosto a deportistas con capacidades especiales.
En el futuro ahí se erigirá un edificio de departamentos de lo que será el nuevo distrito Canary de Toronto, cuyas primeras cinco torres están estrenando estos días los atletas.
“La comida está bien, lo que pasa es que a las doce del mediodía ya nos sacan cosas como los huevos y en lugar de desayunar ya casi hacemos almuerzo”, dijo la jugadora mexicana del equipo de squash Diana García, añorando la costumbre de su país de disfrutar copiosos desayunos tardíos con huevos o chilaquiles (tortilla mexicana con salsa picante).
“Lo que está muy bien es que tenemos acceso al comedor 24 horas y, si nos entra hambre en la madrugada, podemos comer. La carne, las salchichas y el pollo están muy ricos. Pero tienen un licuado de plátano, mango y aguacate que está horrible”, comentó.
Para la salvadoreña Fátima Centeno, que compite en badminton, la villa panamericana es “increíble”, aunque le hacen falta las pupusas, un platillo típico salvadoreño de masa de maíz rellena. De todas formas, encontró la forma de compensar ese déficit: “No encontré pupusas aquí, pero comí pasta, pizza y un montón de helado”.