Fútbol Nacional

El pedido íntimo que Óscar Ramírez le hace a sus jugadores

Óscar Ramírez no esperó al último minuto. Ni a la charla final. Ni a los gritos de aliento en el túnel. El ‘Macho’ sabía que había algo más profundo que transmitir a sus jugadores de Alajuelense antes de la gran final.

Y lo hizo en privado. En silencio. En esos días previos en los que las piernas tiemblan menos que la cabeza. Donde el corazón late más por el peso de la historia que por el rival que está enfrente. Ramírez, el mismo que dirigió a la Selección Nacional en un Mundial, eligió un tono íntimo para hablar con sus muchachos.

Este partido es un extra”, les dijo con la voz serena. Un extra que la vida le ofreció sin planearlo. A sus 59 años, después de una pausa larga, volvió al banquillo con la Liga en un cierre de torneo cargado de presión y expectativas. Y lo asumió con la humildad de quien ha vivido demasiado como para creerse invencible. “Después de los 60, todo lo que viene es regalo”, le confesó a su mamá. Y con ese espíritu se presentó ante su equipo.

El recuerdo de 2010: no claudicar

No fue una arenga de vestidor. Fue un susurro en medio de la preparación. Un recuerdo transformado en motivación: la final del Torneo de Invierno 2010, cuando la Liga empató en el minuto 89 y se coronó en penales. “No claudicaron”, recuerda con una mezcla de orgullo y nostalgia.

Eso mismo les pidió esta vez: “no claudicar”. Como en atletismo, les dijo. “Dar ese extra en los últimos kilómetros”. Porque la meta está ahí, cerca, pero el cansancio pesa, las dudas acechan y el pasado —esos años sin título— se convierte en sombra.

Un estadio distinto, pero con el mismo objetivo

Ramírez sabe que la vuelta será en terreno ajeno, en el Carlos Alvarado de Santa Bárbara. Una gramilla sintética “especial”, como él mismo la llama, donde la pelota no rebota igual y cada paso parece un reto. Pero no habrá excusas. “Nuestra presión va a estar presente”, advirtió, como quien anuncia que no va a negociar la identidad.

Sabe que Herediano puede salir a buscar o a contener. Eso lo decidirá el rival. Pero la Liga saldrá a jugar como siempre, con el sello del Macho: orden, esfuerzo y convicción.

Sin violencia, con cabeza fría

El técnico también alzó la voz contra lo que ocurrió en finales anteriores: la violencia. No quiere ver más revanchismos ni caos. “Ya es suficiente lo que vivimos en la sociedad”, dijo con firmeza, pidiendo respeto, gane quien gane.

Su mensaje fue claro: que el fútbol no se convierta en otra batalla inútil. Que el título se dispute con intensidad, sí, pero sin perder la cabeza ni manchar el juego.

El pedido íntimo

Más allá de lo táctico, lo técnico o lo físico, el verdadero pedido de Óscar Ramírez es emocional. No se lo gritó a los cuatro vientos. Lo entregó con la sabiduría del que entiende que el fútbol, como la vida, se gana en los detalles invisibles.

Pidió coraje, esfuerzo extra y serenidad. Pidió que crean. Pidió que no se rindan.

Y eso, en el camerino rojinegro, retumbó más fuerte que cualquier grito de guerra.

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