Parrita/Quepos, 8 oct (elmundo.cr) –“Nos sentimos impotentes”, dice con la voz quebrada y el barro hasta sus tobillos, Cecilia Artavia Carvajal, vecina de Quepos, quien clama por agua potable, al tiempo que intenta salir adelante por los estragos que dejó la tormenta tropical Nate en suelo costarricense.
Sus pertenencias yacen en el jardín, pues el lodo se coló por la hendija entre el piso y la puerta de su casa. Lejos de doblegarse, ella aprovecha los rayos del sol para rescatar los muebles y otros artefactos, aunque se topa una vez más con el mismo problema: no hay agua en la comunidad.
A su espalda, dos mujeres con escoba en mano intentan sacar el barro de la propiedad, pero parece que no es suficiente para contrarrestar los daños ocasionados por Nate, que hasta el momento ha cobrado la vida de 11 personas y tiene a 11.517 refugiadas en albergues.
El sábado por la mañana, un equipo periodístico de EL MUNDO pudo constatar que esta imagen se repite en el trayecto de Parrita a Quepos, donde se respira zozobra.
Ni la temperatura elevada, ni el olor fétido que brota de las calles cubiertas de barro, impiden que Artavia y otras familias unan esfuerzos para rescatar sus bienes y sobrellevar la carga de no contar con el líquido preciado.
A unos metros de donde la gente se levanta del barro, una cuadrilla del Instituto de Acueductos y Alcantarillados trabaja para restablecer el servicio de agua potable.
Acá un video que reseña el impacto de la tormenta Nate en Parrita y Quepos /Edición: Luis Manuel Madrigal.
