San José, 19 may (elmundo.cr) – La exministra de Salud, María Luisa Ávila, alzó su voz ante los recientes discursos de simpatizantes del presidente de la República, Rodrigo Chaves, que sugieren una supuesta “defensa armada” del mandatario frente a sus críticos. Para la exjerarca, estas expresiones representan una amenaza directa al sistema democrático costarricense.
“Una puede entender que se eligió a Chaves como voto protesta”, reconoció Ávila, en referencia al creciente descontento ciudadano que catapultó al actual presidente al poder en 2022. Sin embargo, fue enfática al señalar que “justificar sus llamados a tomar las armas para defenderlo es demasiado”.
Las declaraciones de Ávila surgen en medio de un clima político cada vez más polarizado, donde figuras cercanas al oficialismo han lanzado advertencias veladas sobre una supuesta conspiración contra el presidente, instando a sus seguidores a “estar listos para defenderlo”.
La médica infectóloga y exministra durante los gobiernos de Óscar Arias y Laura Chinchilla, hizo un firme llamado a proteger el orden institucional del país: “Nuestra democracia es sólida y el voto se respeta. La institucionalidad es fundamental para la vida en democracia”.
Costa Rica ha sido históricamente reconocida como una de las democracias más estables de América Latina, sin ejército desde 1948 y con una estructura institucional fuerte. Por ello, las insinuaciones sobre violencia política son vistas con preocupación por diversos sectores sociales y políticos.
Ávila recordó que el verdadero patriotismo no se mide en la disposición a tomar las armas, sino en la defensa pacífica de los principios republicanos: la separación de poderes, el respeto al disenso y la participación ciudadana informada.
Diversos analistas coinciden en que el país enfrenta un momento crucial en su vida democrática, donde la exaltación de los ánimos y los discursos autoritarios podrían erosionar el debate público y el respeto por la institucionalidad.
La advertencia de la exministra se suma a voces que piden bajar el tono y recuperar el diálogo como herramienta fundamental para la convivencia política.