Por Philipp Brandstaedter (dpa)
Berlín (dpa) – Un monstruo anda por el bosque. Se parece un poco a un avestruz. Tiene un cuello largo, alas pequeñas y patas altas. Pero el animal es mucho más grande que un avestruz. Es tan alto como un autobús de dos pisos. Sus patas son tan largas que una persona adulta podría pasar erguida entre ellas.
Estos monstruos vivieron hace mucho, mucho tiempo en la Tierra, junto a los dinosaurios. Y también después de que éstos desaparecieran hace millones de años.
Aunque estas aves gigantes finalmente también se extinguieron, los investigadores los conocen porque encontraron restos fósiles, huesos de estos animales.
«En tiempos prehistóricos se veía correr, volar y nadar a estas aves por todos lados», dice Ernst Probst, que es paleontólogo, es decir, un experto en la investigación de animales prehistóricos. «Al desaparecer los dinosaurios, pudieron crecer mucho más las aves, al carecer ya de enemigos naturales”.
Al no tener que huir todo el tiempo, las aves gigantes tenían más tiempo para alimentarse. Y había más alimento, porque no había ya dinosaurios hambrientos. Las aves engordaban y crecían. Y se hacían cada vez más grandes.
