San José, 31 mar (elmundo.cr) – La posibilidad de que un partido político obtenga 40 diputados en las próximas elecciones nacionales ha generado debate. Expertos analizan la viabilidad de este escenario y sus implicaciones para la gestión legislativa y la democracia costarricense.
El presidente de la República, Rodrigo Chaves, y la diputada Pilar Cisneros han mencionado la cifra de 40 diputados como ideal para impulsar cambios en el Poder Judicial. Sin embargo, la historia política del país muestra pocos ejemplos de mayorías calificadas de esta magnitud. “Se necesitan al menos 38-40 diputados para cambiar el Poder Judicial”, dijo Chaves en enero.
Edel Reales, gerente de la Secretaría del Directorio de la Asamblea Legislativa, y José Andrés Díaz, coordinador del programa Umbral Político del Idespo-UNA, coinciden en que una mayoría calificada facilitaría la aprobación de leyes, la elección del Directorio Legislativo y las reformas constitucionales. “Las grandes mayorías favorecen mucho el tema de la legislación”, apuntó Reales.
No obstante, ambos expertos descartan que una mayoría calificada garantice la agilización parlamentaria absoluta. Reales explicó que el derecho de enmienda de los diputados y las herramientas jurídicas disponibles pueden retrasar los procesos, incluso con una amplia mayoría. “Usted podrá tener una gran mayoría, pero va a llegar el momento en que tendrá que negociar”, afirmó.
Díaz, por su parte, señaló la importancia de una ideología partidaria clara para mantener la unidad de una fracción numerosa. “Históricamente, en Costa Rica eso no ha pasado porque tenemos una cultura de partidos políticos muy débil”, indicó. Añadió que la concentración de poder representa un riesgo para la democracia, citando ejemplos como El Salvador y Nicaragua. “Los sistemas democráticos se construyen de pesos y contrapesos para evitar una concentración del poder”, advirtió.
Finalmente, ambos expertos consideran poco probable que un partido alcance 40 diputados en las próximas elecciones, debido a la “municipalización” de los diputados, la identidad partidaria débil y el sistema de cociente y subcociente para la elección de congresistas.