San José, 7 may (elmundo.cr) – Hace siete años se reportaron los primeros avistamientos de una coloración inusual en el pelaje de los monos aulladores o congos (Alouatta palliata).
Al principio nadie se alarmó ante la aparición de pequeñas franjas y anillos amarillos en las extremidades inferiores de algunos individuos, pero al ver que los casos aumentaban fue necesario prestarles atención.
Tras un análisis de los avistamientos, Gustavo Gutiérrez Espaleta, profesor e investigador de la Escuela de Biología de la Universidad de Costa Rica (UCR), determinó que todos los casos reportados hasta el momento provenían de las mismas zonas del país: Sarapiquí, San Carlos y Limón.
El investigador relacionó los lugares con la presencia de monocultivos y atribuyó esto a una posible causa del extraño patrón.
A la investigación se sumó Ismael Galván, un especialista en pigmentación de la Estación Biológica de Doñana, un centro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España.
Galván analizó las proteínas presentes en muestras de pelo café y amarillo provenientes de uno de los primates. Todo este proceso se realizó en España, debido a que nuestro país no cuenta con expertos en pigmentación ni con el equipo necesario para efectuar el estudio.
El científico detectó un cambio molecular en la pigmentación del pelo de los monos, debido a que la eumelanina (pigmento responsable de la coloración oscura en los animales) incorporó a su composición química grupos de azufres y se convirtió en feomelanina (pigmento de color amarillo).
Los investigadores sugieren que la contaminación ambiental proveniente de algún agroquímico rico en azufre utilizado en zonas de monocultivos podría ser el causante de este fenómeno. Sin embargo, para probarlo aún es necesario realizar más estudios.
Actualmente, hay 23 monos identificados con manchas amarillas en su cuerpo, todos aulladores. El individuo más reciente fue ubicado en Monteverde, Puntarenas, sitio donde no hay monocultivos.
Los investigadores manejan dos hipótesis. La primera plantea que el azufre se impregna en los monos cerca de las áreas de cultivo y posteriormente estos individuos se desplazan a otros lugares.
La otra sugiere que estos sulfuros viajan por medio del viento y se alojan en las hojas y tallos tiernos de los árboles de donde estos primates toman agua y se alimentan.
A pesar de no contar con pruebas definitivas que relacionen el cambio de color en el pelaje con un efecto nocivo en la salud de los especímenes, según los expertos, la nueva coloración los hace más visibles ante los depredadores, por lo que estarían en riesgo.
Los biólogos de la UCR esperan contar con más financiamiento para que el estudio continúe con el análisis de más individuos de diferentes regiones del país.