San José, 27 ago (elmundo.cr)- En el 2017, las autoridades de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) atendieron 26.000 menores principalmente entre los 4 a 15 años por problemas de obesidad.
Un análisis realizado por los doctores Ronald Evans y Daniel Pérez de la Universidad Hispanoamericana (UH) reveló que la obesidad aumentó en Costa Rica casi cuatro veces en los últimos 40 años, al pasar de 6,3% en 1975 al 23,7% en 2014.
Ante este panorama, la Dra. Adriana Sequeira Badilla realizó el estudio “Estilos de vida durante la niñez y su relación con factores desencadenantes de obesidad en adultos de 25 a 60 años que asisten a la Clínica de Nutrición de la UH”, con el cual obtuvo el grado de Licenciatura en la carrera de Nutrición y por su importancia fue publicado en la revista de Ciencias de la Salud UH.
Según Sequeira su investigación permite “determinar cuáles son los factores que conducen al desarrollo de obesidad, principalmente, aquellos factores relacionados con los estilos de vida durante la etapa de la infancia, esto con el fin de evitar los malos hábitos de alimentación y el sedentarismo, o bien, modificar estas prácticas alimentarias y aumentar la actividad física desde edades tempranas, para prevenir en un futuro dicha patología, la cual es factor principal de enfermedades cardiovasculares, dislipidemias, diabetes tipo II.
UNA NIÑEZ MARCADA POR LA OBESIDAD
Este estudio se efectuó con pacientes que asisten a la Clínica de Nutrición de la UH para recibir educación nutricional a cargo de estudiantes avanzados y supervisados por profesores.
La muestra fue de 78 adultos entre los 25 a 60 años y vecinos del Gran Área Metropolitana, los cuales firmaron un consentimiento para participar de forma voluntaria en la investigación.
Se excluyó a niños, adolescentes, mujeres embarazadas y adultos mayores. Además, se advierte que, en ningún momento, las personas fueron sometidas al uso de tratamientos o medicamentos.
Esta investigación tuvo dos fases para recopilar los datos. Primeramente, se realizó una evaluación antropométrica que consiste en tomar la altura y calcular el Índice de Masa Corporal (IMC), el cual es un indicador del nivel de obesidad que tiene una persona.
Para la segunda parte, los participantes contestaron una encuesta que incluyó datos generales, características sociodemográficas y el estilo de vida durante la infancia.
Otras fuentes consultadas fueron la literatura médica e instancias como el Ministerio de Salud, CCSS, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el Instituto de Estadísticas y Censos (INEC), entre otros.
Los primeros datos arrojan que el 82% de los encuestados están el rango entre los 41 a 50 años. El 82% son mujeres y el 18 % son varones.
En esta etapa adulta, la obesidad tipo I la padecen el 62% en la población encuestada, más frecuente en las mujeres con un 56%, mientras que solo un 6% en varones.
La obesidad tipo II se presentó el 24% del paciente y la obesidad tipo III en un 14 %.
A la consulta sobre el consumo de agua durante la niñez, apenas el 31% de las mujeres y el 9 % de los varones tomaban agua a veces. Mientras que el 24% de las féminas y el 6% de hombres nunca.
También, a los pacientes se les consultó si realizaban actividad física en su niñez. Solo un 51 % reconoció que practicaban algún ejercicio como correr o participar de entrenamientos.
Para conocer como estos malos hábitos han incidido en la población encuestada, se les preguntó ¿qué tipo de enfermedades enfrentan en la actualidad?
El 19% de las mujeres y un 9% de los varones detallaron que sufren de hipertensión.
Un 6 % de las féminas y un 3% de los varones tienen dislipidemias, es decir, altos niveles de lípidos (colesterol, triglicéridos o ambos).
Y solo un 3% de los hombres son pacientes diabéticos y 17 % de las mujeres enfrentan otras patologías.
Ante estos números, la investigadora señaló que “en definitiva, existe relación de enfermedades como la hipertensión y dislipidemias con la obesidad. Los malos hábitos de alimentación adquiridos en la etapa de la infancia son fundamentales para determinar obesidad en la edad adulta y el desarrollo de patologías secundarias, lo anterior, se mantiene a lo largo del tiempo”.