San José, 05 de set (elmundo.cr) – El amor de Virgilio Vidor por las uvas y su inclinación por cosecharlas, es algo que lleva consigo como parte de una gran herencia de su familia italiana.
A sus 24 años emprendió su viaje a Costa Rica en busca de sí mismo y de dejar atrás la problemática ambiental y política que vivía su país de origen.
Junto a sus padres Fiorenzo y Rina y su hermano Giuseppe, llegó a Playa Panamá en Guanacaste. Poco tiempo después, los Vidor ya eran conocidos por sus singulares siembras de uva.
Parte de ese reconocimiento llevó a Virgilio a ser el director de un proyecto de investigación impulsado por distintas instituciones del Gobierno y de Estados Unidos, cuyo principal objetivo era hacer pruebas de adaptación con uvas.
Una vez terminado el proyecto, el experto se dedicó principalmente a hacer híbridos nuevos, combinando la uva pequeña y tropical de Costa Rica, con la uva grande europea.
Después de casi cinco décadas de experimentar en tierras nacionales, el viticultor tiene en su pequeño viñedo en Curridabat, más de 600 híbridos propios.
“De esos 600 híbridos nos pueden servir alrededor de 12 o 15 plantas y de esas hay en nivel avanzado unas 3 o 4, porque como las tengo desde el 2011, hay distintos niveles de avance. Las otras no son malas, pero les falta más tiempo para experimentar”, explicó Vidor.
A pesar de que Virgilio es consultor internacional en desarrollo local y productivo, urbano y rural, nunca ha dejado de lado su proyecto. De lo contrario, dedica varias horas al día a darle mantenimiento y hasta ha producido vinos experimentales de calidad, para comprobar la valía de los híbridos.
“Me dediqué a hacer híbridos nuevos. He hecho todo lo contrario de lo que tradicionalmente hace la gente; en lugar de adaptar uvas europeas y americanas a Costa Rica, yo empecé a hacer híbridos nuevos tropicales a partir de la uva de aquí, porque aquí sí hay uvas y tienen un poder genético increíble”, indicó el experto.
Un ejemplo para emprender
A pesar de que Vidor no vive de sus experimentos, sí considera que su proyecto sirve de ejemplo para personas que desean emprender en lo inusual.
“Mucha gente me dice que cómo voy a competir con la uva europea o con el vino que se produce en Italia y claro que sí. Es obvio que aquí no se pueden hacer vinos o uvas como allá, pero en países europeos tampoco podrán hacer una uva tropical como la que logramos cosechar aquí”, resaltó.
Asimismo, añadió: “Las uvas y los vinos no se comparan, la gente tampoco hay que compararla, simplemente solo somos diferentes, ni mejores, ni peores. Entonces igual que para las personas, aplica para la naturaleza”.
De acuerdo con el experto, esta planta no necesita de mucho cuidado. Se puede sembrar en un nivel igual al del mar y hasta los dos mil metros de altura. Si se planea sembrar en una zona caliente o fría con una época seca poco definida, sí necesitará de agricultura protegida.
“Si en la zona llueve mucho, lo mejor será hace algo como lo que se usa con los tomates, es decir, utilizar plástico para proteger la planta y si es muy caliente, se recomienda mantener el terreno un poco húmedo cuando la planta está pequeña”, detalló Vidor.
Su siembra es como la de cualquier otro frutal, la diferencia está en la técnica que se utiliza al podarlo y en los tiempos en que se haga.
El consultor recomienda emplear una malla o cedazo para proteger la plantación de insectos o pájaros, así como utilizar fungicidas para alejar los hongos.
Asimismo, hace énfasis en que las plantas duran de dos a tres años en dar cosecha y por lo general, lo hacen de una a dos veces al año según el clima.
La agricultura como potenciador de cultura
Para el experto, la agricultura en especial la urbana, es el futuro de la humanidad y un potenciador de cultura. “La agricultura urbana ya se está implementando mucho; los cultivos a pequeña escala pueden dar mucho a una comunidad. Está comprobado que esta tendencia genera cohesión social y un ambiente fuera de tensión”, expresó Vidor.
El viticultor toma de ejemplo la ciudad de Londres. A pesar de ser una metrópoli grande y caracterizada por el clima frío, la presencia humana ha calentado la atmósfera, creando al mismo tiempo un ambiente ideal para la cosecha de este fruto.
“En esta capital muchas personas tienen las matas de uvas en las terrazas y en los jardines, porque se pueden sembrar en macetas grandes también. Existen grupos que se unieron para sembrar varias especies y hasta fundaron una pequeña fábrica de vinos que hoy tiene mucho éxito como “urban wine”, contó el experto.
También manifestó: “Me gusta la agricultura urbana porque contribuye a estrechar lazos entre la gente, se arman grupos de aficionados que provoca cohesión social, disminuye la delincuencia, se construye una atmósfera diferente y hasta se juntan los miembros de la familia”.
Vidor toda su vida ha trabajado en proyectos de bien social y productivos, por lo que no duda al asegurar que aplicar una idea de este tipo en Costa Rica sería muy exitoso y provechoso para aplacar el estrés diario e incluso la delincuencia.
“He notado que en la mayoría de países existe el problema de unión entre el campo y las pequeñas ciudades, hay una división muy grande y esta es una técnica que puede funcionar sin problema”, agregó Virgilio.
Sin importar las dificultades que tenga que atravesar para seguir con su proyecto, Virgilio Vidor afirma que dedicará muchos años más a su experimento, incluso se mantiene buscando a su sucesor.
Virgilio está orgulloso de ser la persona que más ha investigado científicamente en uvas, en especial a partir de la independencia de Costa Rica (1/4 del tiempo de nuestra historia patria ha contado con su apoyo en este sentido).
REPORTAJE
Periodista: Marianela Sanabria Leandro msanabria@elmundo.cr
Fotografías: Sofía Chacón schacon@elmundo.cr
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