En Internet es muy fácil intercambiar opiniones. A veces es fantástico, por ejemplo, cuando uno puede conversar sobre determinados temas con gente con la que comparte una opinión. Pero otras veces los comentarios se pueden volver punzantes, como por ejemplo cuando algunos publican fotos alentando a un amigo a adelgazar. La presión a la hora de opinar se puede volver determinante, sobre todo en círculos adolescentes.
Lo importante es tener en claro los propios límites. Una posibilidad es no participar en ese tipo de intercambios, evitar los comentarios y observar los mensajes sin decir nada.
Si los compañeros de la escuela preguntan por qué uno no participa, a veces más vale no entrar en una discusión. Se puede evitar el tema diciendo “no me interesa” o “me parece un tema serio que no es para discutir a la ligera”.
Y si uno ve que alguien ha subido algo preocupante o lee mensajes que afectan a un amigo, puede hablar con él en persona al respecto.
