Industria agroquímica ha reducido hasta en un 95% las dosis de los ingredientes activos aplicados a cultivos

Scientist in Greenhouse --- Image by © Royalty-Free/Corbis

San José, 24 sep (elmundo.cr) – En la última década, la industria agroquímica ha reducido hasta en un 95% en promedio las dosis de ingredientes activos aplicados a los cultivos, con el desarrollo de nuevas moléculas que son más efectivas y tienen un menor impacto en la salud y el medio ambiente.

Así lo asegura Carlos Hidalgo, experto en Asuntos Regulatorios de Productos Fitosanitarios, quién además explicó que en comparación a la década de los 50, donde el perfil de eficacia de los productos requería dosis de entre 1,200 y 2,400 gramos de ingrediente activo por hectárea, los productos innovadores actuales son efectivos a dosis que varían entre 10 y 100 gramos por la misma unidad de superficie.

“La industria de Investigación y Desarrollo aplica los últimos avances tecnológicos que se vienen dando en el mundo en las áreas de la biología, la genética, la química, entre otras, lo que le ha permitido desarrollar nuevas moléculas cada vez más efectivas y selectivas a las plagas agrícolas y con mucho menor impacto en la salud de las personas, los animales y el ambiente en general”, mencionó Hidalgo.

En el desarrollo de cada nuevo Ingrediente Activo (IA), el experto afirma que se invierte alrededor de 12 años de investigación y más de $300 millones, en cumplimiento de los altos estándares que aseguran eficacia y seguridad, solicitados por parte de agencias regulatorias internacionales. Muchas de estas novedosas fórmulas son efectivas a dosis muy bajas, se degradan más rápidamente, dejan menos residuos en el ambiente y tienen efecto más selectivo sobre las plagas, con muy bajo o nulo efecto sobre organismos benéficos, los animales y el hombre.

En el caso de los productos genéricos, que representan la mayor parte de los insumos disponibles en el mercado, estos también deben demostrar su eficacia y seguridad, muchos de estos productos son fundamentales para la producción agropecuaria, ya que complementan y refuerzan la acción de las moléculas innovadoras en el control de plagas. Además, la industria genérica ha innovado en moléculas genéricas al desarrollar nuevas formulaciones que son más eficaces y presentan mejores perfiles toxicológicos y ambientales.

A pesar de la efectividad y menor impacto ambiental que ambas industrias han desarrollado, Hidalgo enfatiza que el uso de estos productos debe estar acompañado de prácticas agrícolas responsables por parte de los agricultores para minimizar cualquier daño colateral.

“En ese contexto, las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) son cruciales, incluso con productos innovadores, ya que, aunque el avance tecnológico los favorece, su impacto ambiental se reduce aún más cuando se aplica junto con prácticas responsables. Es vital que esta innovación vaya de la mano con una aplicación adecuada, siguiendo cada una de las instrucciones que se detallan en las etiquetas y panfletos de los productos, para proteger el entorno y asegurar un futuro agrícola equilibrado”, señaló Hidalgo.

No obstante, Costa Rica aún no dispone de todos los productos desarrollados en el mundo en las últimas dos décadas, ya que uno de los principales retos que enfrenta el país en términos de innovación agrícola, es la falta de claridad en la implementación del marco regulatorio actual, que facilite el acceso a estas soluciones.

“Esta situación le resta competitividad a la actividad agrícola del país en términos de eficacia y manejo ambiental, al no tener las innovaciones que actualmente disponen los países desarrollados e, incluso, algunos de nuestros vecinos. Esto fomenta el contrabando, y como consecuencia, se pierde el acompañamiento para el manejo adecuado de estos productos, al no comercializarse mediante los canales formales del país” explicó el experto.

A pesar de los avances tanto en empresas de Investigación y Desarrollo como en la industria genérica, el número de compañías que introducen nuevas moléculas al mercado ha disminuido, mientras que los desafíos regulatorios continúan en aumento, haciendo el proceso cada vez más complejo.

“La innovación tecnológica no es suficiente si no está al alcance de los agricultores y productores”, concluyó Hidalgo.

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