Desorientación a los veinte años: qué camino seguir tras los estudios

11748271_1048950708462949_751768642_oPor Eva Dignös (dpa)

La crisis de la mediana edad es bien conocida, pero no es la única. ¿Quién no recuerda cómo se sintió al finalizar la escuela, cuando se preguntaba cómo y por dónde seguir? El mismo momento “álgido” se da al finalizar los estudios universitarios, cuando el camino prefijado y el diploma ya están hechos. ¿Y ahora qué?

Muchos supondrían que es un gran momento, donde todas las posibilidades están abiertas. Pero muchos otros también lo viven como una gran crisis que les ocurre entre los 25 y los 30 años.

Dos escritoras estadounidenses crearon el término “quarterlife crisis”, algo así como la crisis que puede sobrevenir en la postadolescencia. Si bien el libro data de 2001, la problemática sigue vigente. Las nuevas generaciones están muy enfocadas al rendimiento y los aportes tecnológicos, pero también son portadoras de grandes inseguridades y suelen ser, en muchos casos, autorreferenciales: no pueden ver más allá de sí mismos.

Existen blogs que asesoran a las empreas sobre cómo manejar estas características, sobre todo en épocas en que las posibilidades al terminar los estudios parecen muy amplias y sin pautas claras hacia la profesión.

A mediados de los veinte años, muchos están demasiado preocupados sobre cómo organizar sus vidas. La optimización de sus capacidades se plantea como uno de los grandes temas y todos cargan con la responsabilidad de ser artífices de su felicidad – o de su fracaso. Esto lleva a que mucha gente joven sienta miedo y no se atreva a tomar decisiones por temor a dar un paso en falso.

Si esto sucede, lo que en un primer momento era una gran oportunidad y podía abrir toda una gama de posibilidades, se transforma en todo lo contrario, en una bifuración del camino que se pierde en las inseguridades. ¿Qué rumbo elegir? ¿Estaré haciendo bien? ¿O más vale hacer otra práctica en una empresa?

Hay quienes disfrutan de probarse en los distintos frentes, de jugar con las posilibilidades, pero hay quienes las sufren.

El tormento parece afectar en particular a los jóvenes que han estudiado en la universidad, ya que, a diferencia de quienes se forman en un oficio, no tienen el camino claramente diagramado. Y esto también lleva a que la conformación de una familia se vea tal vez más postergada entre quienes tienen una profesión tras un estudio universitario, que de por sí requiere de más tiempo de formación.

En las oficinas de asesoramiento psicológico de muchas universidades el principal tema de conversación suele ser el intento de adaptar los deseos desmedidos y no tan realistas a lo que son las opciones prácticas a evaluar.

Las crisis forman justamente parte de esa “realidad”, ya que son casi instrínsecas de los procesos evolutivos. Para muchos estudiantes o graduados, es una perspectiva que les cambia el modo de ver la problemática que enfrentan.

Una de los posibles acercamientos a la próxima etapa es conversar con personas que trabajen en el área para la que uno se ha formado, buscar profesionales que aporten sus conocimientos y experiencias y hacerles todas las preguntas que vengan en mente. Puede ser una gran ayuda a la hora de sopesar caminos y diferenciar posibilidades.

Un estudio de la Universidad de Greenwich llegó a la conclusión de que, en retrospectiva, muchos de los afectados evalúa la “quarterlife-crisis” de un modo positivo porque puso a rodar cambios que con el tiempo fueron buenos.

A los 30 esta crisis suele quedar superada. Al menos hasta que llegue la de mediana edad.

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