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Basta de pasta

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Imagen de la pasta italiana llamada bucatini con pesto envuelto en un tenedor. Crédito: dpa

Por Miriam Schmidt (dpa)

ROMA (dpa) – Ya sean “penne all’arrabbiata”, espagueti a la carbonara o lasaña, no hay otro ingrediente que se identifique tanto con la cocina italiana como la pasta. Su elaboración y consumo están profundamente arraigados en la cultura y la identidad del país. Y sin embargo, los hábitos culinarios están cambiando: los italianos comen cada vez menos pasta.

Según un estudio, en 2004 el consumo de pasta se situaba en 28 kilogramos per cápita, pero en 2013 ya había descendido hasta los 25,3, un diez por ciento. “En los últimos 50 años se han producido cambios sustanciales en el consumo de alimentos, ya sea en productos típicos o en la tendencia hacia la cultura ‘fast food'”, cuenta a dpa Gabriele Riccardi, profesora de Nutrición en la Universidad de Nápoles. “El consumo de pasta, pan y arroz ha descendido poco a poco”, añadió.

Si antaño una clásica “trattoria” romana ofrecía en su carta platos tradicionales como pasta o pizza, actualmente el menú se amplía con otras opciones más alternativas. Además, muchos restaurantes han comenzado a ofrecer platos vegetarianos o veganos y otros se especializan en productos orgánicos. Ingredientes como el cuscús (sémola de trigo) o la quínoa son cada vez más populares y también aumentan los restaurantes extranjeros, desde comida rápida china a locales de sushi.

Entre las causas de esta evolución hay varios factores, señala Riccardi. “El primero, y el más importante, es el demográfico, que en nuestro país se traduce en un envejecimiento de la población, con menos familias y más personas que viven solas. Y, por supuesto, la influencia de los inmigrantes que han traído consigo sus propios hábitos culinarios, tradiciones y necesidades”, añade.

A esto se suma que, como ocurre en otros países, cada vez son más los jóvenes que prestan atención a la dieta. A menudo, muchos consideran la pasta un plato que engorda, por lo que reducen su consumo. “El cambio de estilo de vida y hábitos, como el comer fuera, los horarios de trabajo y las actividades de ocio, también influyen”, apunta. “Pero los cambios culturales dentro de la población son un factor importante”.

Por ejemplo, en Italia está cambiando el papel de la mujer: mientras que en el pasado la madre se enorgullecía de poder poner una copiosa comida en la mesa, hoy muchas jóvenes madres optan por la comida precocinada o procuran llevar una alimentación sana.

Según un informe de la FAO, la Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación, cada vez menos italianos siguen la dieta mediterránea. Entre otros factores, la FAO cita la globalización y los cambios en el estilo de vida, pero también la mayor variedad de opciones, que está llevando a una pérdida de conocimiento de la comida tradicional.

Una opinión que comparte el empresario Paolo Barilla. “Cuando era niño, no teníamos muchas más opciones”, dijo al “Corriere della Sera” el directivo de la conocida marca de pasta. “Ahora, las cosas han cambiado. La oferta de productos se ha triplicado, y esto también afecta a la pasta”.

Por otro lado, y debido a las turbulencias de la crisis económica, las familias italianas han dispuesto en este tiempo de menos dinero para gastar en comida. Según un estudio de la asociación de granjeros Coldiretti, en 2014 los italianos gastaron un cinco por ciento menos en pasta, un siete por ciento menos en pescado y un cuatro por ciento menos en aceite de oliva.

Pero pese a todos los cambios en la cultura gastronómica italiana, hay un elemento clave que se mantiene intacto: la importancia que otorgan a la comida. Para un 17,9 por ciento de la población, comer es también una cuestión de orgullo e identidad, señala un sondeo del instituto Censis. Éste afirma que para los italianos, “comer ayuda a vivir más sano, socializar con los demás y formar parte de una comunidad”.

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