
Por Kristin Kruthaup (dpa)
¿Existe un diagnóstico para esta problemática?
A todos nos gusta dejar cosas para mañana, pero para la gran mayoría no es más que una mala costumbre. Sin embargo, en algunos casos este comportamiento puede tener consecuencias decisivas. Muchos estudiantes, por ejemplo, son capaces de dejar pasar todas las fechas de exámenes y presentarse a la última, con lo cual, si no aprueban, corren el riesgo de tener que dejar una carrera por haber esperado hasta el momento inevitable. En el caso de quienes ya están en la vida laboral, posponer asuntos también puede derivar en el mediano o largo plazo en un despido.
¿Qué se puede hacer para evitarlo?
Cuando se trata de proyectos o tareas prolongadas y complejas, es bueno proponerse avanzar por partes. Dividirlas y dedicarse a pequeños tramos para tener la sensación de que uno progresa. Eso sirve además para desarmar el temor que uno puede tener ante un asunto que percibe como una montaña inabarcable. Otra punto: al alcanzar el objetivo parcial es bueno recompensarse. Por ejemplo, se puede ir al cine o darse algún otro gusto y, de ese modo, no sólo aumentar la motivación a la hora de encarar la tarea, sino también tener la sensación de que se ha cumplido. Si eso no ayuda, es bueno sentarse y escribir para qué se quiere lidiar con ese asunto. Es una forma de no perder de vista la meta final.