¿Y si dejamos de romantizar el salario mínimo y apostamos por el emprendimiento transformador?

» Por Dr. Kirk Salazar Cruz - Investigador y especialista en innovación.

Las recientes declaraciones de la diputada Pilar Cisneros sobre el salario mínimo han reavivado un tema sensible para miles de costarricenses que subsisten con lo justo. Más allá del escándalo mediático, debemos mirar con profundidad una realidad que se arrastra desde hace décadas: el país ha normalizado una economía basada en el mínimo esfuerzo institucional, mientras miles de familias apenas sobreviven, muchas veces “comiendo salteado”, como se dice popularmente en la Costa Rica olvidada.

Costa Rica no puede seguir siendo una nación donde el salario mínimo se ve como la meta, y no como la base. Es urgente repensar nuestra estructura productiva y social para que el emprendimiento, el autoempleo y la innovación dejen de ser palabras de moda en discursos políticos, y se conviertan en pilares de una transformación real.

Aprender de quienes sí lo hicieron bien

Países como Israel, Corea del Sur y Chile han comprendido que no basta con subir salarios por decreto: es indispensable construir ecosistemas que fomenten la creación de empresas desde las aulas, con apoyo institucional decidido. En Chile, por ejemplo, el programa “Start-Up Chile” ha logrado posicionar al país como un hub de innovación en América Latina, gracias a una apuesta coordinada entre gobierno, academia y sector privado. En Corea del Sur, el impulso a la educación técnica y el acceso a fondos públicos para emprendedores jóvenes ha sido clave para reducir la dependencia del empleo tradicional.

Estos modelos no surgieron por accidente. Requirieron una transformación del aparato estatal y un cambio de visión estratégica: apostar por el conocimiento, por la productividad, por una ciudadanía creativa. Nosotros, en cambio, tenemos al MEIC haciendo estudios de precios de supermercados, al INA desactualizado con programas del siglo pasado, y al SBD con recursos congelados por exceso de trámites y miedo al riesgo.

Una ruta hacia el cambio estructural

Debemos plantearnos una verdadera agenda nacional de reactivación económica desde el emprendimiento, que incluya:

  1. Transformar el INA en un centro ágil de formación emprendedora, digital y productiva.
  2. Redefinir el rol del MEIC como catalizador de la nueva economía, no como vigilante de góndolas.
  3. Liberar el potencial del Sistema de Banca para el Desarrollo (SBD) para que el capital llegue a quienes tienen ideas y no solo a quienes tienen avales.
  4. Apostar por programas de formación para jóvenes, mujeres jefas de hogar, mayores de 45 años y personas jubiladas, integrándolos a nuevos modelos productivos.
  5. Crear incubadoras y aceleradoras en colegios técnicos y universidades públicas, donde se cultive una mentalidad emprendedora desde la adolescencia.

Romper con el círculo del mínimo

El salario mínimo no es el enemigo, pero tampoco debe ser el techo. La verdadera amenaza es un sistema que no ofrece alternativas, que margina la creatividad y que empuja a miles a vivir en la precariedad por falta de oportunidades.

Debemos dejar de pensar que cada quien debe “salir adelante por su cuenta” y entender que el emprendimiento colectivo necesita institucionalidad fuerte, programas claros y recursos accesibles. No basta con discursos, necesitamos acción articulada, visión de futuro y un compromiso con los sectores históricamente ignorados: las zonas rurales, los barrios marginales y las comunidades fronterizas.

Costa Rica está a tiempo de rediseñar su modelo de desarrollo. Pero para hacerlo, debemos dejar de maquillar el problema del salario mínimo y comenzar a construir una cultura emprendedora con rostro humano y visión de largo plazo. Como investigador, educador y soñador de un mejor país, creo firmemente que la mejor política social es crear oportunidades reales para que las personas construyan su propio camino. Ese es el verdadero progreso.

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