El “Vaudeville” es una comedia jocosa y amena cuyos personajes se persiguen corriendo de un cuarto a otro sin encontrarse y; desde luego, provocan la risa de los espectadores de un teatro.
Pese a los escándalos fugaces que muy a menudo estallan en el terruño y no son “galleta”, hay que enfocar los hechos con una pizca de ironía y de buen humor; con el fin de olvidar aunque sea por un tiempo breve, las tragedias que aquejan a todo el mundo. No sabemos si el emprendedor cementero sea el amo de un gato o de un perro, porque si así fuera; con solo que un ciudadano haga un cariño a uno de los dos animalitos (el felino es el más limpio del mundo, cuando hace sus cosas) sería acusado “ipso facto” de cómplice del “presunto chorizo” del cemento oriental, por tanto: “si te he visto no me acuerdo” y “lo encontré por pura casualidad, nunca lo conocí”.
Un indio filántropo, quien durante un tiempo estuvo en la cresta de la ola por prestar un poco más de un dólar a todo el mundo sin garantía, con énfasis en las mujeres de escasos recursos, lo relacionamos por una triste antonomasia, con nuestros bancos nacionales, los cuales están “protegidos” por toneladas de cemento chino y; a nuestro ver y con todo respeto, opinamos de que tienen mucho que justificar en lo referente a los préstamos millonarios otorgados al empresario cementero en la picota.
Para concluir podemos decir que esperamos que se “aclaren los nublados del día” por el bien la transparencia, la confianza en las instituciones y en la democracia.
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