Una decisión importante para América Latina: ¿Inversiones de China o de Taiwán?

» Por Luis Zúñiga - Analista político, exdiplomático

La presencia de China comunista en América Latina es actualmente abrumadora. En las últimas dos décadas, cientos de empresarios de todas las naciones latinoamericanas han hecho fortunas fabricando o comprando en fábricas de China una amplia variedad de artículos como ropa, radios, televisores, teléfonos, computadoras y equipos electrodomésticos que luego traen de importación a sus países.

Lo que esos empresarios nunca han revelado es que en las fábricas donde elaboraron esos artículos, pagan salarios de explotación (centavos de dólar la hora), no se permite sindicatos de trabajadores, no tienen derecho a reclamos salariales, ni a seguro médico, ni a huelgas, pueden ser despedidos cuando el empresario quiera y tienen que trabajar la cantidad de horas que le haga falta a la fábrica. En realidad es la forma de capitalismo abusivo que solo había existido durante la Revolución Industrial del siglo XIX y que los países democráticos no toleraron, pero que China comunista si lo tolera y usa para atraer “inversionistas extranjeros”.

A la misma vez, gobiernos de toda la región le han dado la bienvenida a las inversiones chinas y al financiamiento de grandes proyectos de infraestructura que consideran de importancia nacional. El primer punto a destacar en esa inversiones es que, a diferencia de las inversiones de otros países, los chinos usualmente traen de China los equipos, materiales y los trabajadores que necesitan para ejecutar los proyectos. Esa “peculiaridad” priva de empleo a la fuerza laboral local, priva de negocio a las empresas nacionales que alquilan equipos y a las empresas que suministran materiales de construcción. Esos proyectos financiados por China vienen acompañados de ese detrimento a los intereses nacionales.

Pero las inversiones chinas tienen además un condicionamiento que los gobiernos receptores evitan mencionar: condicionamiento político. Si el gobierno interesado en la inversión china tiene relaciones diplomáticas o económicas con Taiwán, para que los chinos realicen la inversión o financien un proyecto, ese gobierno tiene que cortar sus lazos con Taiwán. El condicionamiento político de China llega hasta extremos insospechados. Por ejemplo, durante la época peor del coronavirus, Paraguay le solicitó a China que le vendiera vacunas, pero el gobierno chino le respondió que primero tenía que cortar sus relaciones diplomáticas con Taiwán.

Las inversiones de China en Panamá, Nicaragua y República Dominicana, por solo mencionar algunos países, han pasado por el mismo condicionamiento político.

Por otra parte, la presencia china en el extranjero viene acompañada del espionaje. Los norteamericanos ya han descubierto que los chinos mantienen un constante aparato de inteligencia que usa sus “productos”, sean teléfonos inteligentes, laptops, circuitos de telecomunicaciones, etc. para obtener información técnica, militar, humana o científica para su beneficio. El rechazo al sistema 5G de telecomunicaciones en EEUU tuvo su fundamento en los canales ocultos de espionaje que ese sistema podía contener. El Buró Federal de Investigaciones (FBI) descubrió que los equipos Huawei de fabricación china colocados en torres de teléfonos celulares cerca de bases militares en el oeste de EEUU eran capaces de captar e interrumpir las comunicaciones del Departamento de Defensa, incluyendo las comunicaciones del Comando Estratégico que supervisa las armas nucleares en el país.

China practica todas sus actividades en el contexto de un imperio naciente que busca el control de otros países, sea por vía económica, de comercio, de inversión o de espionaje. El comercio de China con todos los países es unívoco, es decir, en una sola dirección de beneficio, el suyo. La balanza comercial de China con todos los países de América Latina es abrumadoramente en favor de China. Por todo los anterior, el endeudamiento y la sola presencia de China comunista en cualquier país, es una causa justificada de peligro para la seguridad del país.

En contraste, el comercio, las inversiones y la colaboración de Taiwán son incondicionales, siguen las reglas del comercio de que debe ser mutuamente beneficioso y sus relaciones son de absoluto respeto a la soberanía de los países. Taiwán no pide ni exige condiciones políticas de ningún tipo ni el comercio ni en las inversiones.

Nadie puede dudar de la diferencia entre las relaciones con China comunista o las relaciones con el democrático Taiwán.

Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo, foto en PDF de la cédula de identidad por ambos lados y número de teléfono al correo redaccion@elmundo.cr, o elmundocr@gmail.com.

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