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Una alianza democrática por Costa Rica

» Por Janekeith Durán Barberena - Internacionalista, activista y consultor de derechos humanos

El Frente Amplio lanzó una idea: Una amplia alianza electoral de múltiples sectores. El secretario general de Liberación Nacional vio con buenos ojos el trazo de la idea pero inmediatamente recibió un veto de su contraparte en el Frente Amplio. ¿Tiene sentido empezar esta idea de convergencia con vetos entre partidos?

El panorama del país, en muchos ámbitos y según los datos, es desolador, e incluso las poquísimas buenas noticias parecen no ser tales. Lo cierto, más allá de narrativas y mentiras oficialistas, es que Costa Rica no sólo no avanza, ni se estanca, el país retrocede.

Algunos ejemplos: Atravesamos los años más violentos de nuestra historia de la mano de un gobierno que no dispone de una política integral de Seguridad Humana para combatir la inseguridad ni, mucho menos, prevenir el delito mediante la facilitación de mejores condiciones de vida para las personas, que les aleje de la delincuencia. Si las generaciones más jóvenes sufrían de un apagón educativo, llegó este gobierno con la idea de una inexistente Ruta de la Educación para agravar la crisis mientras miles de computadoras se engavetan en las bodegas del Ministerio de Educación Pública. La Caja Costarricense de Seguridad Social se enfrenta a una crisis de liderazgo sin precedentes con una Junta Directiva incapaz de sesionar producto de las suspensiones decididas por la justicia a raíz de un caso de corrupción que implicaría perjuicios a las finanzas públicas por más de 12 mil millones de colones mensualmente. La construcción de obra pública se encuentra en mínimos históricos y el 83% de metas del Ministerio de Obras Públicas y Transporte están en riesgo crítico de no cumplirse. La Inversión Extranjera Directa se reduce junto con el atractivo del país gracias a una rabieta de romper la mejor alianza público privada del mundo en términos de promoción del comercio exterior.

Y sí, aunque la pobreza se redujo, pero los datos generan más dudas que certezas porque las políticas sociales de turno parece que no explican el aumento desproporcionado del ingreso en ciertas zonas del país y podría deberse a una mayor penetración del narcotráfico. Por otro lado, inaugurar obras, mal y tarde, o peor aún, ni siquiera terminadas, tampoco es un logro que pueda apuntarse un ministro que huye de la prensa y la ciudadanía cuando se le desmiente en vivo y en directo.

Los retos a los que ya se enfrentaba Costa Rica hoy son aún mayores y exigen que política y sociedad civil se pongan de acuerdo para recuperar el tiempo perdido en áreas vitales, reconstruir el país y, de ser posible, poder incluso construir una nueva visión a largo plazo sobre lo que, como país, podemos aún lograr. Una alianza democrática, que avance en lo poco que aún mantenemos en común, es lo que necesita el país para dejar de retroceder. Esa alianza política y electoral no puede empezar con vetos entre fuerzas políticas democráticas; si solo hay disposición a conversar y acordar con quienes ya de por sí se está inicialmente de acuerdo, ¿qué clase de alianza podría ser esa?

Frente al chavismo, el retroceso del país en muchos ámbitos y el erosionamiento de la democracia y sus instituciones, es necesaria una muy diversa alianza democrática. Bajo esa lógica, muchos partidos y sectores pueden aportar ideas y propuestas. Un ejemplo muy concreto, el último gobierno de Liberación Nacional fue exitoso en la implementación de una política integral de Estado en materia de seguridad y logró en su momento revertir la tendencia de aumento de los homicidios; en ese ámbito, el partido y sus figuras pueden aportar a mejorar la situación nacional. Mucho más hacia la derecha, inclusive el Liberal Progresista podría aportar ideas sobre la simplificación del sistema tributario nacional o la reforma del Estado en algunos sectores en aras de poder al Estado más al servicio de la gente.

El tema, muy difícilmente, se trate de una coalición donde los partidos acuerden un único programa de gobierno y candidaturas conjuntas en las papeletas electorales. Pero se puede tratar de una alianza de mínimos comunes para defender durante las elecciones y trabajar en conjunto en la próxima integración del Ejecutivo y Legislativo. Puede resultar utópico, pero el país necesita avanzar hacia la utopía de no seguir retrocediendo y aportar por mayor bienestar para las personas.

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