La Navidad es una época de celebración, y sin duda alguna el mes de Diciembre es uno de los más preciosos del año, por una razón sencilla; la celebración de la Navidad y el reconocimiento de todo el mundo, del nacimiento del personaje más famoso de la historia, el propio Señor Jesucristo.
Celebrar la Navidad es celebrar el nacimiento del Hijo de Dios, un acontecimiento que transformó la historia y que sigue siendo un mensaje vivo de amor, humildad y esperanza. Dios se hace cercano, nace en la sencillez de un pesebre y nos recuerda que la grandeza no está en el poder, sino en el servicio; no en la riqueza, sino en el amor compartido.
La Navidad llega cada año como una pausa necesaria en medio del ruido cotidiano. Es un tiempo que nos invita a volver a lo esencial, a mirar con más atención lo que realmente importa y a reconocernos, más allá de las diferencias, como una gran familia humana.
Por eso, la Navidad es también un tiempo para compartir en familia. Alrededor de una mesa, en una conversación sincera, en un abrazo que sana o en el silencio que acompaña. Es el momento de reencontrarnos, de perdonar, de agradecer y de valorar la presencia de quienes caminan a nuestro lado. Y también de abrir el corazón para que nadie se sienta solo, porque en Navidad todos somos familia.
No podemos olvidar, en estos días, a quienes se nos han adelantado en el camino. Su ausencia duele, pero su recuerdo permanece vivo. Orar por ellos es un acto de amor y de fe; es agradecer la huella que dejaron en nuestras vidas y confiar en que descansan en la paz de Dios.
Asimismo, esta celebración nos invita a elevar una oración por la paz del mundo. En un tiempo marcado por conflictos, violencia y divisiones, el mensaje del Niño Dios nos llama a ser constructores de paz, empezando por nuestros hogares, nuestras comunidades y nuestros gestos cotidianos. La paz no es solo un deseo, es una tarea compartida.
Nuestra oración se extiende también a quienes viven momentos difíciles: los encarcelados, los olvidados, los que sufren en silencio. Que la luz de la Navidad alcance sus corazones y les recuerde que no están solos, que siempre existe la posibilidad de un nuevo comienzo.
Al acercarse el Año Nuevo, elevamos una oración llena de esperanza. Que sea un año de oportunidades, de bendiciones, de salud y de trabajo; un año para crecer como personas y como sociedad, con mayor solidaridad, fe y compromiso con el bien común.
La familia es el principal agente de la educación, el factor fundamental del ser humano. Su función educadora y socializadora está en base a que como institución, supone un conjunto de personas que aceptan, defienden y trasmiten una serie de valores y normas interrelacionadas a fin de satisfacer diversos objetivos y propósitos.
Finalmente, la familia hoy día se ve desafiada debido a las infidelidades, violencia de todo tipo, falta de comunicación, de respeto, y de recursos económicos, entre otras cosas. De ahí la importancia para ayudarla y fortalecerla, creando espacios de ayuda familiar con el objetivo de defender la vida humana.