Un Año de la Administración Solís Rivera: No es lo mismo verla venir…

Solis2Por Aramis K. Vidaurre*

Cuando el Tribunal Supremo de Elecciones anunció el domingo 6 de abril de 2014 que el profesor Luis Guillermo Solís Rivera, había recibido casi el 77% de los votos emitidos, contra el 22% del candidato del Partido Liberación Nacional, quien había anunciado en marzo su retiro de la Campaña, parecía que la historia política Costarricense estaría dando un giro no sólo ideológico sino con un sentido esperanzador promovido por una sociedad disgustada y frustrada hacia la forma con que se venía gobernando.

A partir de ese momento, muchos medios internacionales anunciaron con bombos y platillos que un partido de izquierda finalmente había llegado al poder de un país golpeado y víctima –según algunos conceptos utilizados- por políticas neoliberales en los últimos 30 años. El panorama no podía ser más claro para algunos sectores: perdió la derecha, ganó el izquierdismo-progresismo.

Con el apoyo de los sectores sociales, sindicales, universitarios, grupos minoritarios y de interés (gay-lésbicos, grupos pro aborto, grupos pro fertilización in-vitro), un empuje en redes sociales de enormes proporciones, “el profe” entra en la historia costarricense como el único Presidente en obtener un caudal electoral tan importante -de más de un millón trescientos mil votos de un padrón electoral de tres millones de electores- que le significaría una posibilidad de maniobra política casi que ilimitada.

El Presidente electo empezó entonces a conjuntar al gabinete que lo acompañaría, resaltando su promesa de campaña que su partido – Acción Ciudadana (PAC) – tenía el mejor equipo de gobierno. La selección de los funcionarios del más alto rango, sin embargo, le llevó tres eventos mediáticos para terminar de nombrar a “los elegidos”. El hecho de que el nuevo inquilino de Casa Presidencial tuviera prácticamente un mes entre la realización de la segunda ronda y el inicio del mandato, le confirió un cierto beneficio de la duda para completar todo su cuadro de gobierno (ministros, viceministros, embajadores estratégicos, presidencias ejecutivas de instituciones autónomas).

Al tomar posesión el 08 de Mayo de 2014, “el profe” estableció reglas de juego que buscaban dar un sello propio a su Administración: transparencia, un cambio en la forma de hacer política y una toma de decisiones cobijadas bajo una casa de cristal (en alusión a Casa presidencial como centro de poder), abrazando la bandera de la ética como principio fundacional y funcional de su Partido. La frase que captó la atención mediática fue sin duda “cuando me equivoque, corríjanme. Cuando me pierda, búsquenme”.

El decreto que procuraba la intervención inmediata a ciertas porciones de la infraestructura vial del país, el izamiento de la bandera de los grupos gay/lésbicos en Casa Presidencial, la atención a una huelga de maestros y profesores del sistema educativo público le significó al nuevo Presidente el foco de atención y un empuje a su inicio de gestión. A los pocos días el Mandatario anunció que estaría dando un informe de labores al cumplirse sus primeros 100 días.

Sin embargo, a las pocas semanas diversos sectores empiezan a sentir de parte de la Administración Solís Rivera una cierta complacencia hacia ciertos sectores y un alejamiento de otros más estratégicos. Su Ministro de la Presidencia, y quien se desempeñó como Jefe de Campaña, empieza a dar síntomas de ingenuidad e inexperiencia política cuando admitió que el Gobierno podía hacer muy poco para intervenir en las tarifas de electricidad cuando ese había sido un compromiso durante la contienda electoral. También cometió otro gazapo ante los grupos gay-lésbicos al decir que la agenda de proyectos de ley que los involucraba no era prioridad de la Administración; tanto el Presidente como la Vicepresidenta tuvieron que salir ante los medios a desmentir tal posición.

Los sectores turísticos empiezan a exigir un poco más de acción de parte del Ministro del ramo (que renuncia en abril pasado) para reactivar el turismo. INTEL ya había anunciado en abril de 2014 la salida progresiva de sus líneas de producción lo que generó pánico por las implicaciones laborales y el impacto en los ingresos del Gobierno. Se esperaba una reacción agresiva de la Administración entrante para llamar a la calma y mandar un mensaje a la comunidad internacional de que el clima de negocios del país se encontraba incólume.

Con cierto recelo los economistas vieron cómo Solís Rivera apoya un aumento salarial de más del 4% a los burócratas, que con los pluses salariales le significaría al Estado un desembolso mucho mayor; asimismo, la decisión de aumentar en más del 14% el presupuesto al Fondo Especial de Educación Superior (FEES) empieza a generar alarma.

El informe de los 100 días no cayó bien en la fracción con más diputados en la Asamblea Legislativa: Partido Liberación Nacional; el Informe contenía una serie de denuncias de cómo el gobierno saliente (del PLN) había tomado decisiones de “último minuto” para favorecer los intereses de ciertos grupos; el Informe se quedó en un golpe mediático, sin acciones concretas para remediar los abusos o concretar acciones para limpiar “la finca encharralada” como catalogó el Presidente el “status quo” con que recibió la Administración Pública.

Pero antes de este acto ya los sectores de oposición, que vigilaban con ojo crítico de las acciones del nuevo gobierno, habían detectado lo que parecían contradicciones entre lo que Solís Rivera prometió en campaña y lo que decidió hacer como Presidente. En campaña prometió que de llegar a la Presidencia cerraría la Dirección de Inteligencia y Seguridad (DIS) por considerarlo una entidad obsoleta. Sin embargo, días después de haber sido electo, anunció que estaría nombrando como su Director a una de sus manos derechas en Campaña; luego, como Presidente anunció que más bien estaría fortaleciéndola; también prometió que cerraría el Consejo Nacional de Viabilidad (CONAVI) órgano adscrito al Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT) por considerarlo excesivamente burocrático e inútil; pero días después de asumir el poder, dijo que le cambiaría el nombre y modificaría sus funciones.

Y es que con cierta sorpresa los sectores políticos recibieron las declaraciones del Presidente a inicios de julio, menos de 60 días de la toma de posesión, cuando admitió que “una cosa era verla venir, y otra bailar con ella”, en alusión al hecho de que no se imaginaba las condiciones con las que le tocaría gobernar. Es claro que la oposición tomó estas declaraciones más bien como una forma de admitir que no estaba preparado para hacerlo.

La presentación en setiembre de un presupuesto ordinario con un crecimiento de casi un 20% en relación con el último presentado por la Administración anterior, el anuncio en cadena nacional de que en diciembre estaría presentando un proyecto de ley de reforma fiscal cuando en campaña prometió que de llegar a la Presidencia no hablaría de impuestos hasta dos años después, las críticas constantes hacia su principal pieza, el Ministro de la Presidencia, una agenda de proyectos de ley en sesiones extraordinarias –que es manejada por el Ejecutivo- sin que surja un proyecto estrella, el levantamiento de dos vetos presidenciales, entre ellos el que tenía que ver con la reforma procesal laboral establecido en el 2012 por la Presidenta Laura Chinchilla hacen que la Administración Solís Rivera termine el 2014 en medio de la polémica. Parece que el tal cambio no se vislumbra.

El 2015 no empieza bien para el Presidente, su Viceministro de la Presidencia lo mete en el ojo del huracán cuando La Nación (periódico emblemático) saca a la luz en la segunda semana de enero una reunión entre este funcionario y la Procuradora General de la República, donde supuestamente hay un ofrecimiento de una embajada a condición de que la funcionaria abandonara su cargo. El polvorín político no se hizo esperar; la falta de reacción y pasividad del Presidente quien al final dejó entrever que dejaba en manos de la Asamblea Legislativa la investigación correspondiente no fue bien recibido.

Si bien la organización de la CELAC en febrero le generó un respiro al Mandatario, marzo lo enfrentó con la prensa. El Presidente denuncia el primer domingo del mes ser víctima de un supuesto acoso mediático de algunos medios (que no mencionó) que se encargaban de señalar sólo los errores desestimando los logros de su gestión. Días después Solís Rivera anuncia que estaría promoviendo un debate de la ética periodística. El diputado opositor, Mario Redondo del Partido Alianza Demócrata Cristiana, denuncia que hay una iniciativa gubernamental por promover un proyecto de ley que estaría limitando las funciones de la prensa. El Mandatario reaccionó diciendo que el Diputado estaba viendo fantasmas.

Pero la primera semana de abril ve como testigo otro escándalo en la Administración Solís Rivera cuando se revela que el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones a través de su Ministra y Viceministro tenían semanas de estar discutiendo un borrador de proyecto de ley donde se estarían incorporando sanciones a medios de radio y televisión que iban desde lo económico hasta el cierre. Más que criterios técnicos para las sanciones y el cierre, el borrador se estaba metiendo con contenido, una afrenta contra la Libertad de Expresión. El escándalo fue mayor cuando el Presidente retiró su apoyo al borrador y dejando solos a sus funcionarios aduciendo que no conocía el contenido; las autoridades del ramo por su parte, insistían que Presidencia no sólo conocía del borrador sino que el Ministro de la Presidencia (otra vez mencionado en una controversia) participó del proceso de sociabilización ante diversos sectores. El borrador fue también cuestionado severamente porque incorporaba la participación del Estado en el manejo como socio de los medios.

Además de la salida de la Ministra y del Viceministro, finalmente el Ministro de la Presidencia fue destituido. En el aire quedaba una estela de duda de que si el Presidente tenía el control de temas sensibles de la agenda política.

Posterior a este escándalo, el Mandatario dejó entrever que se avecinaba un remezón en su Gabinete, con la idea de reorientar su Gobierno, y que el anuncio lo haría antes del 01 de Mayo, fecha en que había cambio en el Directorio Legislativo y que constitucionalmente debía rendir su Informe de Labores ante el Congreso.

El 30 de abril en la noche, no hubo tal cambio, simplemente anunció a los elegidos para cubrir las plazas vacantes en su gobierno, entre ellos la del Ministerio de Salud, ramo que tenía más de dos meses sin jerarca.

¿Cuál es entonces la evaluación de este primer año?

Aun cuando el Presidente ha insistido a través de los medios que los señalamientos hacia su gestión se debe a la resistencia al cambio, a que algunos sectores se han visto amenazados por una nueva forma de hacer política y porque sus intereses se han visto afectados, ha sido incapaz de señalar quiénes son esos sectores, y peor aún, no ha podido precisar qué ha habido de nuevo en su gestión diferente a las demás administraciones.

A un año de gobierno, la Contraloría General de la República, la Procuraduría General, la Sala Constitucional han tenido que intervenir en sendas ocasiones para enmendar la plana a algunas decisiones que el Presidente o sus Ministros han tomado.

El Presidente se ha visto metido en el centro de la polémica por nombramientos forzados en algunas instituciones sin cumplir procedimientos señalados por las leyes correspondientes (gerencias de bancos, por ejemplo), por no cumplir con principios de equidad de género (en juntas directivas), por limitaciones al acceso a la información pública (el diputado Rolando González del Partido Liberación Nacional se ha dado gusto interponiendo recursos de amparo), por nombrar funcionarios en puestos claves sin cumplir con principios de idoneidad, por haber dicho que no se podía ser tan transparente en la gestión gubernamental; en fin, ¿qué ha habido de nuevo con la gestión de un partido que se dice progresista y que dijo que era distinto a los llamados partidos tradicionales? Pues nada nuevo.

Los sectores sociales se han alejado; fiel reflejo son las declaraciones del máximo líder sindical en La Nación en marzo donde afirmó que el Gobierno se estaba quedando sólo, y en donde menciona la arrogancia y prepotencia con el Presidente se ha manejado.

Algunos de sus ministros han sido cuestionados por no dar la talla en sus áreas (Planificación, Cultura, Vivienda, Trabajo, entre otros). Como que “el mejor equipo para gobernar” fue una expectativa. Por si fuera poco, tres embajadores fueron cesados en menos de dos meses por no comportarse a la altura de lo que significa ser un servidor en la Diplomacia Costarricense.

Y es que a un año de su gestión, cumplido el 08 de mayo, el principal diputado opositor ha provenido de la fracción oficialista, Ottón Solís, candidato presidencial del PAC en tres ocasiones y uno de sus fundadores y defensor a ultranza de los principios éticos. Solís Fallas ha manifestado su frustración y desencanto hacia decisiones del Presidente que van en detrimento de la bandera ética que izaron. Incluso, el Diputado ha dicho en reiteradas ocasiones que el Gobierno ha hecho lo mismo que lo que criticaron del Partido Liberación Nacional y del Partido Unidad Social Cristiana (otrora segunda fuerza política) cuando estuvieron en el poder.

Como “cereza en el pastel”, el pasado 01 de mayo, el oficialismo pierde el poder del Congreso, un reflejo de una gestión que se ha quedado en buenas intenciones, pero que no ha tenido la capacidad de darle un rumbo que genere credibilidad, no sólo al caudal electoral con que el Presidente llegó en segunda ronda, sino para con el país. Con esto el PAC y el Gobierno le están dando las armas a sus detractores demostrando que un partido nuevo en el poder presidencial –e incluso en el Congreso vía presidencia legislativa – no es conveniente para la estabilidad política del país.

¿Oportunidad para enmendar?, pues sí. Pero todo está en que el Presidente de verdad de el golpe de timón hacia el cambio que todos esperan. Mientras tanto, ha sido un año donde efectivamente no es lo mismo verla venir que bailar con ella

 

*Analista político / Profesor universitario. Co-conductor “En la Esquina del Parque”, programa radial de análisis y opinión en Radio Libertad 570 AM.

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