Nuestra Diócesis de Ciudad Quesada continúa la celebración jubilar, con motivo del 25 aniversario de haber sido erigida. Dentro de las intenciones de oración que, mes a mes nos hemos propuesto, para marzo, nuestra mirada se dirige especialmente a los grupos y movimientos apostólicos.
Por gracia de Dios, el aporte que dan los laicos con su servicio desinteresado, gratuito y lleno de generosidad, constituye todo un modelo dentro de la Iglesia que peregrina por el mundo. ¡Son tantos e incontables los carismas que nos ofrecen!
Invito a los sacerdotes, a lo largo de las parroquias de nuestro territorio diocesano, a que estimulen y promuevan el trabajo que brindan los laicos comprometidos por medio de diferentes grupos o movimientos apostólicos.
El Magisterio de la Iglesia, en el Decreto Apostolicam Actuositatem, sobre el apostolado de los laicos, dice: “En la Iglesia hay variedad de ministerios, pero unidad de misión. A los Apóstoles y a sus sucesores les confirió Cristo el encargo de enseñar, de santificar y de regir en su mismo nombre y autoridad. Mas también los laicos hechos partícipes del ministerio sacerdotal, profético y real de Cristo, cumplen su cometido en la misión de todo el pueblo de Dios en la Iglesia y en el mundo” (numeral 2).
Cita este documento, más adelante (numeral 3): “los cristianos seglares obtienen el derecho y la obligación del apostolado por su unión con Cristo Cabeza. Ya que insertos en el bautismo en el Cuerpo Místico de Cristo, robustecidos por la Confirmación en la fortaleza del Espíritu Santo, son destinados al apostolado por el mismo Señor”.
Todos estamos llamados a colaborar en la construcción del reino de Dios en la tierra, somos partícipes de ello, hemos recibido una misión. Nuestra Diócesis no sería la misma sin ese empeño, caridad, alegría y esperanza que infunden tantas y tantas personas a lo largo de nuestras comunidades, labor que han realizado a lo largo de los años.
El llamado es para animarlos a seguir llevando ese anuncio que el Señor ha puesto en sus corazones, a seguir siendo piedras vivas de la única Iglesia que Jesucristo ha edificado y de la cual es su cabeza.
Tantos sacrificios, esmeros y dedicación tendrán su recompensa, como bien lo enseña el Evangelio, en lo secreto. Es allí donde el Padre Celestial mira con agrado toda la obra de evangelización en la cual participan los laicos.
Mi mensaje también es para motivar a otros bautizados para que sientan el llamado de Jesús a llevar la Buena Noticia a otros rincones donde aún no se conoce. Sea este año de júbilo un espacio para que muchas más personas se integren en la labor que lleva adelante nuestra Diócesis en diferentes campos.
Aprovecho para que, con esta intención de seguir el llamado de Dios en nuestra Iglesia Particular, escuchemos lo que nos propone el Papa Francisco en Evangelii Gaudium (n. 180): “Leyendo las Escrituras queda por demás claro que la propuesta del Evangelio no es sólo la de una relación personal con Dios. Nuestra respuesta de amor tampoco debería entenderse como una mera suma de pequeños gestos personales dirigidos a algunos individuos necesitados, lo cual podría constituir una «caridad a la carta», una serie de acciones tendientes sólo a tranquilizar la propia conciencia. La propuesta es el Reino de Dios (cf. Lc 4,43); se trata de amar a Dios que reina en el mundo. En la medida en que Él logre reinar entre nosotros, la vida social será ámbito de fraternidad, de justicia, de paz, de dignidad para todos”.
Dios nos guíe para que vivamos en la unidad el mandato que se nos ha dado, y al cual, todos estamos llamados.
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