Por tercera vez consecutiva, la Asamblea Legislativa otorga un Galardón Ambiental a estudiantes de centros educativos públicos y privados de I, II y III Ciclos, en respuesta a la Ley N° 8.759, aprobada en el año 2009.
En esta oportunidad, el reconocimiento fue para el proyecto “Cosecha de Agua, a partir de agua llovida”, presentado por un grupo de estudiantes de la Escuela Balsaville, de la provincia de Limón.
El Galardón Ambiental Legislativo es un premio que otorga anualmente el Congreso costarricense, que consiste en el aporte económico de dos millones, ciento veinte mil colones. Con ese dinero, la escuela ganadora podrá ejecutar la iniciativa propuesta en favor del ambiente.
El objetivo de este Galardón es fortalecer la educación ambiental en todos los Centros Educativos del país, públicos y privados. Se dedica, cada año, a un personaje destacado, a una institución, un parque o cualquier recurso natural que se quiera reconocer y destacar por su lucha en favor del medio ambiente costarricense.
El Primer Galardón, del año 2015, fue dedicado al Indígena Cábecar Antonio Zúñiga; el Premio lo ganó la Escuela La Tigra de San Carlos. El Segundo Galardón Ambiental, del año 2016, fue dedicado al “Parque Nacional Manuel Antonio”, y fue ganado por la Escuela de Peñas Blancas de San Ramón.
El Tercero y más reciente Galardón Ambiental Legislativo fue dedicado a la “Cuenca del Río Tempisque”, para resaltar no sólo la importancia del sistema hídrico de nuestro país, sino –y especialmente- para hacer consciencia de la problemática ambiental a la que es sometida día a día, con la contaminación de desechos sólidos, el vertido de aguas residuales, y la invasión del río.
En esta ocasión tuvimos la participación de doce centros educativos: ocho escuelas; dos liceos; un Colegio Técnico profesional, y el Instituto Profesional de Educación Comunitaria de Liberia.
Gracias a la colaboración del Ministerio de Educación Pública, el concurso ha llegado a todos los rincones del país. La solidez del Concurso reside en la calidad de los proyectos presentados, así como en la seriedad y formación ambiental de las personas que integran el jurado deliberador; quienes lo hacen de manera ad honórem.
Esperamos que como ocurrió este año, sucesivamente se incremente el entusiasmo de los centros educativos por hacer llegar sus proyectos en temas ambientales.
De esta manera, provocaremos que nuestras niñas, niños y jóvenes se ilusionen promoviendo nuevas iniciativas en favor de la naturaleza, con un espíritu de responsabilidad, tanto en sus comunidades como en la sociedad costarricense.
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