En junio de 2016, hace casi diez años, nació un grupo de ciudadanos con un mismo propósito: impulsar la creación del Teleférico de Quepos, un proyecto que une el desarrollo económico, social y turístico del Pacífico Central bajo una visión moderna, sostenible y humana.
La iniciativa surge del deseo de reactivar la economía local mediante un sistema de movilidad innovador, respetuoso con el ambiente y capaz de ofrecer una experiencia única al visitante. Más que un medio de transporte, el teleférico se concibe como un símbolo de conexión y equilibrio: una obra que une comunidades reduce el impacto vial, promueve empleo y renueva la identidad turística de la región.
Una necesidad, no un lujo. Hoy, el Parque Nacional Manuel Antonio cuenta con una sola vía de acceso y salida, una condición que, además de generar colapsos constantes, contradice el principio constitucional de libre tránsito y acceso igualitario a los bienes públicos. Depender de una única carretera, estrecha, congestionada y de alto impacto ambiental, limita la capacidad de crecimiento turístico, pone en riesgo la seguridad en caso de emergencia y entorpece la distribución equitativa de beneficios económicos hacia las comunidades vecinas. El teleférico surge, por tanto, como la alternativa más ecológica, viable y visionaria para diversificar los accesos al parque sin destruir su entorno natural. A diferencia de la apertura de nuevas carreteras, un teleférico puede integrarse con mínima huella ambiental, utilizando torres puntuales y un trazado que respete el relieve, la vegetación y la fauna del corredor biológico.
Un modelo probado en el mundo. Resulta paradójico que, mientras países como Colombia, Bolivia, México y República Dominicana han incorporado teleféricos urbanos y turísticos como soluciones de movilidad limpia, en Costa Rica la iniciativa se vea obstaculizada por una maraña institucional y normativa que impide innovar. El ICE, INCOFER e INDER, cada uno con competencias restringidas por leyes desactualizadas, reconocen la viabilidad técnica del proyecto, pero no pueden ejecutarlo por vacíos legales o falta de coordinación interinstitucional. Sin embargo, el BCIE ha elaborado similares proyectos en Republica Dominicana y nuestro grupo le ha solicitado colaboración en el proyecto y esperamos deseosamente que acojan nuestras necesidades. Es una ironía dolorosa: el país que se promueve como líder en sostenibilidad no puede desarrollar un proyecto que encarna esa misma filosofía.
Un corredor de integración y desarrollo
El Teleférico de Quepos fortalecerá la unión entre el Parque Nacional Manuel Antonio, la Marina Pez Vela, las playas y las comunidades del corredor Savegre–Naranjito–El Silencio. Será un eje de movilidad inclusiva y accesible, no solo para turistas, sino también para residentes locales que dependen del turismo y los servicios asociados. Contribuirá a reducir la huella de carbono del transporte terrestre, a ordenar el flujo de visitantes, y a posicionar a Quepos como modelo de innovación turística en toda Centroamérica.
Energía y territorio: el puente hacia el futuro. El proyecto también representa una oportunidad energética y de planificación territorial. La construcción del teleférico permitiría justificar una subestación eléctrica dedicada, capaz de mejorar el suministro de energía en la zona sur de Puntarenas, donde la deficiencia en infraestructura eléctrica ha frenado durante años la inversión y el desarrollo de nuevas actividades económicas. Un proyecto de esta magnitud no solo impulsaría la economía local, sino que también garantizaría servicios públicos esenciales a comunidades rurales hoy marginadas.
Un sueño que eleva el orgullo de una región
El Teleférico de Quepos no es una utopía, sino una respuesta concreta a una necesidad real: descentralizar el turismo, reducir la presión vial y ofrecer una alternativa ecológica y segura al visitante.
Con voluntad política, cooperación público-privada y fe en nuestro propio país, este proyecto puede elevar mucho más que cabinas: puede elevar el orgullo y el desarrollo de toda una región.
