El desempleo, la pobreza y la necesidad son condiciones que deberían existir, o por lo menos su impacto fuera mínimo, para que eso suceda es imprescindible que los gobernantes no pospongan decisiones básicas y que cada cuatro años se modele un nuevo plan país.
Eso suena fácil, pero en la realidad no lo es… Los gobernantes actuales y pasados podrían decir que eso fue lo que hicieron. Sin embargo, la verdad es una sola: eso no ha sucedido y, por el contrario, el efecto burocracia y el cálculo político carcome la ruta al desarrollo.
Una vez me dijeron que eso pasaría solo en el metaverso, tal vez, pero como esa realidad alternativa está en construcción es muy probable que encontremos muchos de los mismos problemas de la realidad, al fin y al cabo lo que rige a la humanidad, sin importar dónde esté, es el prestigio, el status y el poder.
Así las cosas la idea de una sociedad plena tiene un camino empedrado. No sólo porque hay gobernantes que creen que son dueños del poder, sino también porque hay otros líderes que se apartan del camino para no ensuciarse de las malas decisiones. Lo cierto del caso es que el producto final es el que ya conocemos, necesidad y más necesidad.
Ahora bien, para quienes dicen que en el metaverso todo sería diferente encontramos una barrera de inicio que pone a reflexionar hasta al más optimista: ¿será esta nueva realidad plenamente accesible para todos?
La respuesta obvia es que “probablemente llegará a serlo”, pero ¿y mientras tanto? y ¿cuando se logre el desarrollo incluirá a “los nuevos” en igualdad de condiciones que los que estuvieron desde el inicio?
En efecto esta reflexión tiene dos máximas irrefutables: en la realidad actual el camino hacia la equidad “hacia arriba” se ve difícil de que llegue y que en el metaverso tal vez se puedan hacer las cosas distintas, pero ahí también dependemos de nosotros mismos.
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