En el mundo de hoy está plagado de visiones pesimistas y fatalistas de la condición humana, basadas solo en opiniones o emociones momentáneas. Recientemente, Marian Tupy investigador del Center for Global Liberty and Prosperity y Gale Pooley profesor de Brigham Young University, publicaron un libro titulado SuperAbundance. Lo que hace diferente a este libro, es su visión optimista del mundo no basada en opiniones, ni en posiciones ideológicas, ni en emociones, sino en sólidos datos. En el transcurso de su investigación, los autores concluyen que casi todos los bienes de consumo se están volviendo más baratos en relación con los salarios. Los autores utilizan el concepto de los “precios tiempo” a lo largo del libro, a pesar de no ser una idea especialmente novedosa. Lo novedoso es el uso que los autores hacen de estos conceptos para ir en contra del pesimismo y las opiniones negativas que parecen estar en todos lados en estos días.
En términos generales, los “precios tiempo” nos dicen cuántas horas de trabajo se necesitan para comprar un bien o servicio determinado en diferentes momentos. ¿Cuántas horas se debe trabajar para comprar una libra de carne molida? ¿Un pie cuadrado de vivienda? ¿Una hora de matrícula universitaria? Los autores utilizan ajustes por inflación para comparar ingresos o salarios, y así ver si los ingresos han aumentado con el tiempo y en qué medida.
Ya sea que la serie de datos inicie en 1980, 1960, 1900 o 1850, los productos básicos se han vuelto “más baratos” en términos de precio-tiempo y, por lo tanto, más abundantes. O si se observa el precio de varios alimentos en los EEUU a partir de 1919. O si se observa un conjunto más amplio de bienes de consumo (electrodomésticos, ropa, etc.) a partir de 1979. Ya sea que observe solo los EEUU o grupos de países que abarcan el rango de ingresos desde India y China hasta EEUU y Noruega, se ven las mismas tendencias. Hay algunas excepciones. Desde 1960 hasta 2018, el oro y el petróleo crudo se volvieron un poco menos abundantes en comparación con los salarios. Sin embargo, eso no es cierto si la serie de tiempo inicia en 1850, 1900 o 1980. De cualquier manera, la conclusión continúa siendo la misma: medido por los precios tiempo, los recursos son cada vez más abundantes. Si realmente los recursos fueran más escasos de forma física, los precios aumentarían drásticamente. Simplemente eso no es lo que se ve en los datos a largo de largos períodos de tiempo.
Los autores explican algunas de las principales razones del crecimiento en abundancia, A pesar de ser una conclusión bastante aceptada desde hace bastante tiempo, no está de más recordarla, ya que hay políticos y formadores de política pública alrededor del mundo que parecen no entender estos simples e importantes conceptos. Y hablamos de que, a diferencia de los animales, los seres humanos prosperan al desarrollar formas sofisticadas de cooperar, comerciar y adquirir conocimientos. Los humanos no solo comercian más intensa y extensamente que otras especies; más importante aún, innovan constantemente.
La sobreabundancia depende de dos componentes principales: las personas y la libertad. Las personas que son libres de pensar, hablar, leer, publicar e interactuar con otros generarán ideas, y sus ideas probadas en el mercado conducirán al progreso. Cuantas más personas tenga el planeta y más libertad disfruten, mayor será la probabilidad de que se generen nuevas buenas ideas para abordar los problemas actuales y futuros.
Para que la sobreabundancia perdure, la humanidad debe evitar cometer al menos tres graves errores. En primer lugar, debe evitar el colapso de la población provocado por la propagación descontrolada de ideas anti-humanistas y anti-natalistas, que ya están afectando negativamente la composición demográfica en gran parte del mundo. Menos personas equivalen a menos ideas, y menos ideas equivalen a un progreso más lento. En segundo lugar, se debe defender decididamente la libertad de expresión frente a la intolerancia y las cancelaciones del discurso. La libertad de expresión es el único medio por el cual las ideas nuevas y potencialmente beneficiosas pueden difundirse y contribuir al florecimiento humano. Y tercero, se debe defender la libertad del mercado, evitar la sobrerregulación y las restricciones al libre flujo de ideas e innovación. El mercado permite diferenciar, sin lugar a ninguna duda, entre el conocimiento útil y el que no lo es. El mercado es el sistema más eficiente jamás ideado que permite separar claramente las innovaciones valiosas de las que no tienen valor.
—
Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo, foto en PDF de la cédula de identidad por ambos lados y número de teléfono al correo redaccion@elmundo.cr, o elmundocr@gmail.com.