¿De qué sirve engañarnos como sociedad?

» Por Ruddy Castro Delgado - Estudiante de Orientación y Antropología

La historia reciente nos dice que las tendencias políticas que hoy vemos reflejadas en la mayoría de sociedades del mundo se caracterizan por tener un común denominador: La Democracia; expresada ya sea por su corriente de izquierda, el Socialismo, o por su corriente de derecha, el Capitalismo (también existen tendencias “moderadas” que se alejan de los extremos, conocidas como centro derecha y centro izquierda). Sin embargo, es importante tener presente, parafraseando a Fernando Savater, que no hay gente químicamente pura de izquierda o de derecha, sino que todo el mundo tiene componentes de ambas ideologías, ya que de una u otra forma la cordura política necesita contradicción, pues solo la locura es monotemática. Es decir, tener una postura rígida enfocada únicamente en la satisfacción de ciertos ideales tradicionales, sin considerar las contradicciones que ello implica, impide que la cordura sea la que decida cuando de aspectos políticos se trata, pues al bloquear cualquier contradicción que choque con nuestras creencias de lo establecido, nos estamos negando la posibilidad de elegir en pos de un beneficio colectivo que garantice el ejercicio de una ciudadanía equitativa para todas las personas por igual.

¿Ó acaso no debería ser ese uno de los ideales de la política y de la democracia en sí misma? permitir que todas las personas puedan expresarse y ser libremente, sin restricciones que lo impidan, respetando la diversidad que nos conforma en todas las dimensiones de la esfera humana. Porque la ciudadanía, según Thomas H. Marshall, tiene una connotación triple, ya que es Civil, Política, y Social-Económica. La dimensión civil se compone de los derechos para la libertad individual de la persona, incluyendo la libertad de expresión, de asociación, de pensamiento, de religión, derecho a la propiedad, a establecer contratos válidos, y derecho a la justicia. Mientras que la dimensión Política incluye el derecho a participar en el ejercicio del poder político, siendo elector o presentándose para ser elegido. Por último, la dimensión o connotación Social-Económica abarca todo el espectro desde el derecho a la seguridad hasta el derecho a un mínimo de bienestar económico; a compartir plenamente la herencia social y a vivir la vida de un ser civilizado, en concordancia con los derechos de la mayoría.

Mencionaba esta triple connotación del término ciudadanía, porque ser ciudadano/a no es algo que elegimos, es algo que civil, política y socioeconómicamente adquirimos, y al hacerlo se supone, adquirimos también, los mismos derechos y deberes que las demás personas que gozan de dicha ciudadanía. Aunque por lo visto para algunas agrupaciones políticas la ciudadadanía no aplica igual para todas las personas costarricenses, pues sólo reconocen lo que les conviene y no les produce contradicción.

Es más fácil creer en una idea porque sí, ya que es tradición, que plantearse la discusión del porqué no puedo aceptar las contradicciones que la realidad me plantea, validando la existencia de lo diverso que existe más allá de las creencias que se puedan tener con relación a ciertas temáticas. En este sentido la tradición es peligrosa, porque se convierte en locura monotemática, en negación que invisibiliza lo que contradice al estatu quo establecido, con la absurda creencia de que la verdad es estática y la realidad no evoluciona. Por eso el Neoconservadurismo apesta, porque es como taparse los ojos y querer que algo que en la realidad es obvio sea visto de manera distinta, apelando como argumento central al orden existente, sin planterarse interrogantes al respecto.

Hay que saber elegir con cordura, partiendo de un analisis objetivo de nuestra realidad civil, política y socioeconómica, porque de nada sirve engañarnos como sociedad defendiendo ideales anti democraticos que lejos de incluir, excluyen y generan mayor desigualdad ciudadana.

Texto referenciado: Bobbio, N. (2014). Derecha e izquierda. Taurus.

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