Siria: ¿Nos duele lo que vemos o lo que pasa?

Sandra Piszk, diputada del PLN. Foto: Luis Madrigal / El Mundo CR

Los numerosos testimonios e imágenes de las víctimas asfixiadas resultan de lo más convincentes para expertos y autoridades: agentes químicos prohibidos fueron usados el martes pasado en Siria. Según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, con sede en Reino Unido, al menos 58 personas murieron en el noroeste del país después de un ataque que empezó con unos bombardeos que llevaron a que mucha gente se ahogara.

Las imágenes son desgarradoras, llenándonos de sentimientos de angustia e impotencia. Pero lamentablemente cabe preguntarnos, ¿nos duele lo que vemos o nos duele realmente lo que pasa?

En 1997, el célebre y recientemente fallecido politólogo Giovanni Sartori desarrolló una obra sobre el papel que están desempeñando las nuevas tecnologías y la televisión en  especial en el público, así como también las características de la opinión pública en las democracias representativas, fuertemente dirigidas por el mundo de las imágenes. Para Sartori, pasamos del “homo sapiens”, producto de la cultura escrita, al “homo videns”, producto de la imagen.

La reflexión es válida por cuanto hace 6 años que Siria es campo de batalla donde se enfrentan intereses políticos, económicos y religiosos, producto de diferencias interculturales así como también de países que intervinieron en el conflicto con el objetivo de beneficiarse.

Por un lado, existe una guerra civil que enfrenta al régimen de al-Assad con parte de la población siria; por otro, la profundización del conflicto a partir de la irrupción de Estado Islámico habilitó a las principales potencias armadas para intervenir en la guerra con el supuesto motivo de combatir al terrorismo. Mientras algunos especialistas califican este conflicto como una guerra subsidiaria, dada la fuerte influencia que ejercen los demás países sobre las partes enfrentadas; otros consideran que en verdad se trata de una guerra entre Irán y sus rivales árabes sunitas en la región, entre Irán y Estados Unidos, e incluso entre Estados Unidos y Rusia.

Además, el condimento religioso que profundiza el conflicto se explica mediante la tensión existente entre el régimen sirio, que pertenece a la religión alauí (una rama del Islam chiita) y la mayoría de la población siria (tres cuartas partes) que es sunita.

Pero más allá de las causas e intereses en disputa, a lo que no podemos ser indiferentes es a la angustiante y espantosa agresión por la que atraviesa la población civil, especialmente los niños.

Según datos del Comité Internacional de la Cruz Roja y Amnistía Internacional, las fuerzas gubernamentales y grupos armados no estatales han cometido con impunidad crímenes de guerra, violaciones del derecho internacional humanitario y abusos flagrantes contra los derechos humanos en el conflicto armado interno.

Las fuerzas del gobierno han efectuado ataques indiscriminados y ataques directos contra civiles, como bombardeos de zonas residenciales e instalaciones médicas civiles, con artillería, morteros, bombas de barril y agentes químicos, perpetrando miles de homicidios de civiles.  Y el grupo terrorista Estado Islámico ha impuesto asedios en zonas civiles controladas por el gobierno, efectuando ataques directos contra personas civiles y ataques indiscriminados, como atentados suicidas con bomba, ataques con armas químicas y bombardeos de zonas civiles, ejecutando numerosos homicidios, en muchos casos de personas cautivas.

Todas estas atrocidades y muchas otras han causado más de 250.000 muertes, 7,6 millones de personas desplazadas internamente y 4,6 millones de personas refugiadas en otros países. A lo cual se suma el drama humanitario que significa para los desplazados huir por peligrosas rutas en su desesperado tránsito hacia Europa, donde miles de ellos han encontrado la muerte y han sufrido todo tipo de humillaciones, violencia y discriminación.

Lamentablemente, esta es la realidad y todo parece apuntar a que así seguirá siendo durante mucho tiempo, pues ese elefante blanco llamado “comunidad internacional” es liderado por potencias que priorizan sus intereses específicos de índole geoestratégica, financiera, de acceso a recursos e influencia política. Un día censuran una guerra por injusta, pues atenta contra sus intereses, mientras que al día siguiente justifican otra considerándola necesaria… también para sus intereses.

Hoy de nuevo volvemos la mirada Siria porque es parte de la programación televisiva y de los contenidos en redes sociales, no porque haya un interés legítimo de las grandes potencias y los organismos internacionales por evitar estas masacres, pues si lo hubiese este conflicto no se hubiera extendido por tanto tiempo sin llegar a una solución que priorice en las vidas de tantas personas inocentes que sufren o mueren todos los días.

Como humanidad nos corresponde priorizar en las soluciones a estos conflictos y en evitar que los mismos se sigan reproduciendo. No porque hoy nos duele lo que vemos, sino porque nos duele y nos interesa lo que le sucede a otros seres humanos como nosotros.

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