En la actualidad surgen voces de progresistas que piden un Estado Laico ya, pero no está de más hacerse la pregunta ¿qué entendemos los cristianos por Estado Laico y qué entiende la mayoría de Progresistas Postmodernos por ese término?
Por un lado, la propuesta de la Iglesia Católica es lo que se ha denominado como una “Sana Laicidad”, este término surge por primera vez de un discurso del Papa Pío XII en el año 1958 y se refiere al «esfuerzo continuo para tener separados y al mismo tiempo unidos los dos Poderes (político y religioso)».
Básicamente, la propuesta católica para la relación entre el Estado y las Religiones es que sea una relación en la que haya Autonomía y Colaboración.
Autonomía porque el Estado no debe meterse en asuntos de organización o doctrina de las confesiones religiosas, pero sí debe ser garante de los derechos que tienen los ciudadanos para tener sus creencias y manifestarlas en lo público o en lo privado. También debe garantizar el derecho a la objeción de conciencia, por el cual los ciudadanos no podrán ser obligados a actuar en contra de sus propias convicciones o creencias. La religión tampoco interfiere en la organización política, ni impone propuestas concretas para el gobierno de los pueblos. Ello no impide a la Iglesia denunciar aquellas situaciones y normativas que vayan contra la ley natural, contra la dignidad de algunos seres humanos (nacidos o no nacidos, sanos o enfermos), o contra la autonomía que debe ser respetada a la Iglesia como institución que persigue sus fines con estructuras propias.
Colaboración porque también el Estado y las diferentes organizaciones religiosas pueden mantener relaciones de colaboración en los asuntos que son de interés común, como el patrimonio histórico y artístico, la asistencia religiosa en centros estatales como cuarteles, hospitales o prisiones, el derecho a la enseñanza con contenido religioso, etc. Es posible, en ese sentido, que un estado pueda ser aconfesional (aceptando una «sana laicidad») y al mismo tiempo subvencione a una confesión religiosa importante en la sociedad por su presencia y por su labor humanizadora (hospitales, orfanatos, escuelas, asilos de ancianos, centros de acogidas a emigrantes, etc.).
Ahora bien, la propuesta progresista postmoderna de Estado Laico es más fácil de explicar, pues básicamente lo que propone como relación entre el Estado y las Religiones es que simplemente no debería haber ningún tipo relación. En otras palabras, el Estado debe ignorar por completo a las religiones independientemente del bien que aporten a la sociedad, debe eliminar capillas y bajar cruces de sitios públicos, debe velar porque las personas no manifiesten en público sus creencias y opiniones, quienes ocupen cargos públicos podrían ser obligados a adoptar una escala de valores impuesta por el Estado y en el momento en que así lo considere, el Estado también podría controlar lo que se pueda o no decir desde los púlpitos y obligar a los líderes religiosos a actuar contra sus convicciones.
Para muestra un botón, nuevamente el Partido Acción Ciudadana (PAC) le da una bofetada a la Religión, con su propuesta progresista saca del aire la programación religiosa del Sistema Nacional de Radio y Televisión (SINART), su argumento es que lo religioso no debe ocupar el espacio público, que ni siquiera términos religiosos pueden mencionarse al aire, que todo aquello que difiera a su ideología debe ser censurado y que solamente aquellos religiosos que piensen como ellos tendrán derecho a un espacio para manifestarse.
La Declaración de los Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, en su artículo 2, 1 establece que “toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración sin distinción alguna de (…) religión”, en el artículo 18, además, indica que “toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia”. También en el artículo 30, que cierra la Declaración de Derechos Humanos, prohíbe que se interpreten estos derechos en el sentido de que se confiera derecho al Estado para realizar actividades o actos que tiendan a suprimir cualquiera de los derechos proclamados por la misma Declaración. Pero lo más sorprendente es que los abanderados progresistas utilizan a los derechos humanos como excusa para justificar esta censura y discriminación que hacen a todo lo religioso, y encima llaman a las personas que censuran “fundamentalistas”.
En resumen, el Estado Laico se entiende diferente desde dónde se mire, por un lado, autonomía y colaboración, pero, por otro lado, mordaza y censura.
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